Aproximación multifactorial a la acidosis ruminal subaguda en terneros

Introducción

La acidosis ruminal es un trastorno nutricional bien conocido en los cebaderos de terneros aunque aparece con una frecuencia relativamente baja. Los servicios de monitorización de la salud animal de los feedlot americanos afirman que sólo un 1,9% de los animales alojados en estos feedlots desarrollan enfermedades digestivas (USDA, 2000). Además, la incidencia de mortalidad provocada por estos desórdenes es igualmente baja, siendo responsable de entre un 30 a un 42% de la mortalidad total registrada en los cebaderos que puede situarse entre un O,17 y un 0,42 % de bajas al mes (Smith, 1998). Extrapolando estas cifras a nuestras condiciones de campo, en un periodo de cebo de 10 meses, la mortalidad total se situaría entre el 1,7 y el 4,2 % y los trastornos nutricionales provocarían entre el 0,6 y el 1,5 % de bajas en el cebadero.

Considerando la acidosis ruminal como uno de los desórdenes nutricionales más comunes, la mortalidad provocada por ella está asociada a la denominada acidosis ruminal aguda o clínica. Sin embargo, la acidosis que más pérdidas económicas causa a los ganaderos, alterando los rendimientos productivos es, sin duda, la acidosis ruminal subaguda, subclínica o crónica.

Etiología y diagnosis

La acidosis clínica se denomina con frecuencia acidosis láctica, ya que el ácido láctico juega un papel fundamental. El proceso suele iniciarse con la fermentación rápida de hidratos de carbono no fribosos y el crecimiento de grupos bacterianos productores de ácido láctico. A su vez, el lento desarrollo de las bacterias utilizadoras de láctico favorece su acumulación. Cuando el láctico se acumula y el pH ruminal baja de 5.5, el equilibrio entre poblaciones se rompe ya que desaparecen del rumen y dejan paso al establecimiento de lactobacilos productores de láctico, con lo que más láctico se acumula y el pH desciende aún más.

Con todo ello, se entra en un camino que conduce a la acidosis metabólica y a la aparición de los signos clínicos. Aunque la diagnosis clínica de la acidosis requiere que el pH sanguíneo baje de 7.35, otros signos tales como un pH ruminal de 5.2 o inferior, anorexia, ingestión variable de alimento, diarrea y letargia son indicadores de acidosis en un cebadero (Owens et al., 1998).

La acidosis subclínica es consecuencia de periodos transitorios y repetidos de pH ruminales bajos (algunos autores han puesto el umbral en 5.6) que no son suficientes para desencadenar la sintomatología clínica.

El uso de una alimentación basada en concentrados favorece una elevada producción de ácidos grasos volátiles, cuya acumulación en el rumen, provocada por una lenta absorción de los mismos, posibilita la aparición de una ligera acidosis. El mantenimiento de un pH relativamente bajo, permite el desarrollo de poblaciones de clostridios y coliformes que causan una inflamación de la mucosa ruminal y el desarrollo de paraqueratosis, con lo que se perjudica la absorción ruminal de los ácidos acumulados. Aunque no aparecen signos clínicos claros, la ingestión de alimentos por parte del animal es variable. Una ingestión variable puede provocar una oscilación de la ganancia media diaria y con ello la disminución de los rendimientos productivos, sin olvidar la más que probable pérdida económica por el hígado decomisado como consecuencia de la incidencia de abscesos hepáticos asociados a la misma acidosis.

El diagnóstico de la acidosis aguda no es un problema en los cebaderos; sin embargo, la naturaleza insidiosa de la acidosis subaguda dificulta su reconocimiento. La disminución de la ingestión es, a menudo, el único síntoma del problema, por lo que monitorizar la ingestión y tener conocimiento del comportamiento de ingestión se convierten en una necesidad para detectar irregularidades de los patrones de ingesta (Nagaraja y Lechtenberg, 2007). El problema pues es evidente desde el momento que en un cebadero los terneros se agrupan en lotes y el control de la ingestión es impracticable. Además de lo que se trataría sería de controlar la variación individual diaria de la ingestión, por lo que, aunque tecnológicamente posible, en la práctica es una tarea inviable. Tal vez el hábito de la observación visual y diaria de los terneros en el momento de distribuir el alimento y la detección de los animales apáticos pueden ayudar en ese control de las variaciones de la ingesta. Por otra parte, la medición directa del pH ruminal a través, por ejemplo, de una punción de líquido ruminal mediante ruminocentesis, podría ser una buena manera de conocer el grado de afección del problema. Sin embargo, una vez más la complejidad y el coste de esta práctica, más conocida en vacuno lechero, la convierte en poco viable.

Algunos de los indicadores más visibles de la acidosis podrían ser la consistencia de las heces, la suciedad de la región posterior, el tipo de andadura o el ritmo respiratorio (Nagaraja y Lechtenberg, 2007). Así, la presencia de heces de una consistencia suelta o líquida en los suelos del cebadero es un signo de acidosis. Además, si la parte posterior del animal aparece húmeda y presumiblemente irritada como consecuencia del continuo movimiento de la cola para limpiarse las heces poco consistentes es otro indicador de la existencia de acidosis. Cuando una proporción de los animales del lote (>10%) presenta una andadura irregular, signo de la sensibilidad y dolor en las pezuñas que hace que el animal aparente andar por un lecho de cristales rotos, podemos pensar que tenemos animales con acidosis. Finalmente, la necesidad de espirar cantidades crecientes de dióxido de carbono para mitigar la acidosis metabólica, conlleva al animal a incrementar visiblemente el ritmo respiratorio.

Factores relacionados con la acidosis ruminal o que predisponen su aparición

Los problemas nutricionales y metabólicos son complejos. En ellos están implicados aspectos ligados a la nutrición del animal, al ambiente, a la genética, al manejo y al comportamiento del propio animal (Galyean y Rivera, 2003). Algunos de estos posibles factores son bien conocidos, como por ejemplo la dieta que consume el animal y las poblaciones microbianas de su rumen. Otros, como el comportamiento de alimentación y el comportamiento social, y las posibles interacciones entre ellos son menos conocidos (Galyean y Eng, 1998).

Con tal diversidad de factores que pueden intervenir en la aparición de la acidosis ruminal es difícil simplificar el enfoque de este desorden digestivo. Por todo ello nos proponemos abordar algunos de estos factores que por las características propias de nuestro sistema de cebo o por el poco conocimiento que se tiene de los mismos, resulta interesante abordarlos con mayor extensión.

La alimentación de los terneros y el manejo de la alimentación

El sistema de alimentación comúnmente utilizado en nuestros cebaderos se fundamenta en la administración ad libitum del concentrado y de la paja de cereal que son administrados en comederos separados. Los terneros consumen estos alimentos en una proporción que en promedio se sitúa en el 90:10 de concentrado y paja, respectivamente. Esta gran cantidad de concentrado consumida comporta la ingestión de grandes cantidades de hidratos de carbono no fibrosos, entre los que el almidón ocupa un papel destacado. Este elevado consumo de hidratos de carbono de rápida fermentación hace elevar la carga ácida del rumen y, con ella, el descenso del pH ruminal. A pesar de este efecto asociado, la variación del pH ruminal viene mejor explicado por la cantidad de almidón digestible a nivel ruminal, que explica un 97% de la variación, que la propia concentración de ácidos grasos volátiles, que sólo explica el 32% de la variación (Sauvant et al., 1999).

A pesar de lo dicho, no se puede desprender que el uso sistemático de este sistema de alimentación cause acidosis a los terneros. En todo caso, deberíamos afirmar que predispone al animal o le coloca en situación de riesgo de padecer acidosis. De hecho, cuando experimentalmente se pretende que los animales entren en un proceso de acidosis, no siempre se consigue el fin perseguido. Brown et al. (2000) usaron un modelo para provocar una acidosis subclínica en terneros que consistía en adaptar a los animales a una alimentación basada en el 50:50 concentrado:forraje y limitando la ingestión de los alimentos al 1,7% del peso vivo. El día antes del cambio brusco retiraban el alimento para luego proceder a administrar, directamente en el rumen de los terneros a través de una cánula ruminal, sólo concentrado (mezcla de maíz y trigo) a razón de un 1,5% del peso vivo del animal. Pues bien, sólo 1 de 5 animales sometidos al experimento entró en acidosis ruminal subclínica. 

Con la intención de provocar una acidosis ruminal, Blanch (2009) utilizó a 6 terneras cruzadas a las que sometía a una alimentación ad libitum 100% forrajera durante 3 meses para luego someterlas a un cambio brusco que consistía en aumentar cada día la cantidad de concentrado administrado en 2,5 kg por ternera hasta alcanzar a los 5 días los 12,5 kg. En este caso, a pesar de la brusquedad del cambio, 1 de las 6 terneras no entró en acidosis, confirmándose la existencia de una variabilidad entre animales en la predisposición a padecer acidosis ruminal.

En cualquier caso es lógico pensar que lo más sensato es utilizar un modelo adaptativo en el momento de hacer cambios en la alimentación de los terneros, especialmente en el caso de los pasteros cuando entran en el cebadero ya que se les pasa de una alimentación fundamentalmente forrajera a otra donde el forraje es una excepción. De igual forma, en los feedlots americanos los animales son adaptados gradualmente a un alimentación basada en los concentrados, una adaptación diseñada para minimizar los riegos de acidosis (Galyean y Rivera, 2003). Sin embargo, una vez más, la respuesta a un modelo de adaptación gradual presenta una amplia variación individual. En este sentido Bevans et al. (2005), al comparar una adaptación rápida con una gradual a una dieta con un 90% de concentrado, concluyen que los pH ruminales medios de las terneras sometidas a los tratamientos no fueron distintos, aunque la variabilidad del pH ruminal fue más elevada en aquellas sometidas a una adaptación rápida. La ingestión de alimento tampoco fue distinta como tampoco la variación diaria de la ingestión. Los autores sugieren no obstante que las estrategias de prevención de la acidosis deben dirigirse hacia los animales más susceptibles de padecer el problema por lo que recomiendan la utilización de una introducción progresiva del concentrado.

El comportamiento de alimentación de los terneros

La amplia variación individual existente, a la hora de entrar o no en acidosis, es la que hace sospechar que posiblemente otros factores que los nutricionales o fisiológicos puede que intervengan en la aparición del proceso. En este sentido, los cambios en los patrones de alimentación pueden ayudarnos a explicar lo que acontece. Un cambio en el la velocidad de ingestión explica así mejor los cambios de pH ruminal que la propia carga ácida del rumen (Sauvant et al., 1999).

Para poder conocer cómo los cambios del comportamiento de alimentación afectan o predisponen a la aparición de una acidosis, previamente debemos conocer cuál es el comportamiento usual de los terneros en el cebadero cuando son sometidos a nuestro particular sistema de alimentación y manejo.

Los trabajos efectuados por Rotger et al. (2006), Robles et al. (2007), González et al. (2008 a y b) y Faleiro et al. (2007) permiten conocer cual es el comportamiento de un ternero consumiendo ad libitum concentrado y paja de cereal (Tabla 1). En promedio los terneros comen unas 10 veces al día, dedicando 2,5 horas a comer, 5,6 horas a rumiar y 1/2 hora a beber.

Tabla 1. 

Comportamiento de alimentación de terneros consumiendo concentrado y paja de cereal ad libitum.

Publicaciones1
A B C D E
Número comidas, nº 10,6 10,8 9,5
Comer, min 137,9 144,4 141,1 135,4 152,5
Rumiar, min 364,9 302,8 348,5 290,9
Beber, min 30,3 35,4 28,8 30,2 20,2

1 A = Rotger et al. (2006); B = González et al. (2008 a); C = Robles et al. (2007); D = Faleiro et al., (2007); E= González et al. (2008 b).

Los cambios en los patrones de alimentación pueden ser debidos a múltiples causas, como un cambio en el manejo de la distribución del alimento o un retraso en la distribución del alimento. La inaccesibilidad de los terneros al alimento es un hecho que ocurre con cierta frecuencia en los cebaderos cuando, por ejemplo, se produce una tormenta, se interrumpe por avería el sistema de distribución automática del pienso, se aísla a los animales para proceder a limpiar o realizar algún tratamiento profiláctico o simplemente cuando los terneros más dominantes del lote no permiten que los subordinados puedan comer con tranquilidad.

Como muestra de un cambio positivo por el manejo de la alimentación, Robles et al. (2007) ensayaron los efectos de incrementar el número veces que el alimento se distribuye a los terneros en cebo intensivo sobre la ingestión, el comportamiento de ingestión y el pH ruminal. Al ofrecer el alimento dos veces al día en lugar de una vez al día, comprobaron que ello no afectó ni a la ingestión ni al pH medio. Sin embargo, el hecho de incrementar la frecuencia de distribución a dos veces por día, redujo la caída del pH ruminal que normalmente se produce tras la administración del alimento, reduciéndose así el margen de valores de pH registrados. El comportamiento de alimentación explicaría este distinto patrón de fermentación asociado a la evolución del pH ya que, aunque los animales dedicaron el mismo tiempo a masticar, unas condiciones ruminales más estables se alcanzaron por el patrón de rumia. Mientras que en los animales que eran alimentados una vez al día la rumia se desplazaba a la noche, en los que eran alimentados dos veces al día la rumia de distribuyó más uniformemente, dedicando el mismo tiempo a rumiar durante el día que durante la noche (Tabla 2).

Tabla 2. 

Efectos de la frecuencia en la distribución del alimento sobre la ingestión, el pH ruminal y el comportamiento de alimentación de terneros en cebo intensivo (Robles et al., 2007).

Distribución de los alimentos
1 vez/día 2 veces/día
Ingestión, kg MS 9,9 9,7
pH medio 6,5 6,7
pH a las 12 h
post-alimentación
5,9 6,7
Tiempo dedicado a comer, % 9,8 10,0

Sin embargo, los retrasos en la distribución del alimento son un ejemplo de los efectos negativos que estos cambios pueden causar en los patrones de alimentación. González et al. (2009) provocaron experimentalmente el retraso en la distribución del alimento para estudiar sus efectos sobre la ingestión, el comportamiento de ingestión, el pH ruminal y el bienestar de los animales. Una hora de retraso en la alimentación de los terneros, cuando estos ven que otros terneros acceden al alimento, causó una disminución de la cantidad de pienso consumida y un incremento en la cantidad de paja ingerida. El tiempo dedicado a comer pienso y a beber disminuyó, mientras que aumentó el tiempo destinado a comer paja. El pH ruminal medio aumentó, como consecuencia de la respuesta al estrés, causando no sólo la reducción de la ingestión de pienso sino también de la velocidad de su ingestión, así como el aumento en la ingestión de paja. El estrés fue puesto en evidencia por un incremento de los niveles máximos de los indicadores de estrés (cortisol en saliva y metabolitos glucocorticoides en heces), poniéndose en evidencia los efectos negativos del retraso de la alimentación por la pérdida de bienestar en estos animales, así como la disminución de los resultados productivos al reducirse la ingestión de pienso (Tabla 3).

Tabla 3. 

Efectos del retraso de la distribución del alimento sobre la ingestión, el comportamiento de alimentación, el pH ruminal y el bienestar de terneros en cebo intensivo (González et al., 2009).

Sin retraso Retraso de 1 hora
Ingestión de pienso, kg/d 6,4 5,9
Ingestión de paja, kg/d 0,5 0,6
Consumo de agua, l/d 21,8 18,8
Tiempo dedicado a comer, %
pienso 5,7 5,0
paja 3,0 3,4
Tiempo dedicado a beber, % 2,4 1,9
Tiempo dedicado a rumiar, % 22,9 24,5
pH ruminal medio 6,0 6,4
Cortisol en saliva, ng/ml 3,5 4,4
Glucocorticoides en heces, ng/g MS 36,6 52,5

El comportamiento social de los terneros en los cebaderos

Los animales sociales, como es el caso del vacuno, sincronizan sus actividades diarias y forman jerarquías para establecer un orden de prioridad de acceso a recursos tales como el alimento, la sombra, o el espacio de descanso. Este es un mecanismo evolutivo que permite mayor probabilidad de éxito a los animales más competitivos. Sin embargo, un exceso de competencia social para acceder a los recursos puede acentuar los efectos de la jerarquía, provocando estrés y reduciendo el bienestar, la producción y la respuesta inmune. Un diseño inadecuado de las instalaciones, como por ejemplo poco espacio en los comederos, puede ser la causa de este exceso de competencia social.

Tabla 4. 

Efectos del espacio de comedero sobre la ingestión, el comportamiento de alimentación, el pH ruminal y el bienestar de terneros en cebo intensivo (González et al., 2008b).

Tratamiento
T2 T4 T8
Ingestión de pienso, kg/d 6,1 6,0 5,8
Ingestión de paja, kg/d 0,7 0,8 0,8
Ganancia media diaria, kg/d 1,24 1,24 1,22
Peso canal caliente, kg 202,3 198,2 196,3
Tiempo dedicado a comer pienso, gMS/d 63,4 60,9 45,6
Velocidad para comer pienso, gMS/min 103 103 122
Tiempo dedicado a comer paja, min/d 89,1 113,0 112,8
Velocidad para comer paja, gMS/min 7,4 7,0 7,0
Tiempo de estar tumbadas, min/d 930 910 900
Tiempo de estar de pie, min/d 327 341 351
Número de desplazamientos en:
Comedero de pienso 19 34 67
Comedero de paja 55 38 36
pH ruminal < 5,6; % animales 54 62 74
Hígados con abscesos, % 8 4 21
Indicadores de bienestar:
Haptoglobina en sangres, mg/l 157 170 178
Glucocorticoides en heces, ng/gMS 22,6 22,6 76,2

En los cebaderos de terneros las interacciones sociales entre los animales son frecuentes desde la llegada de los animales al mismo. La competencia entre los animales alojados en un mismo corral puede hacer crecer las agresiones y los comportamientos de intimidación y evasión, pudiendo conducir hasta un estrés social (Miller y Wood-Gusch, 1991 ). En consecuencia, los resultados productivos y el bienestar animal pueden disminuir con el incremento de la competencia por la comida. Esta situación puede alterar el patrón de alimentación de los animales, limitando su capacidad de autorregular su función digestiva. Ello ha llevado a algunos investigadores a sugerir que limitar el espacio en los comederos puede ser un factor adicional de riesgo en el desencadenamiento de la acidosis ruminal (Stone, 2004; Krause y Oetzel, 2006) y, consecuentemente, incrementar la incidencia de abscesos hepáticos (Nagaraja y Chengappa, 1998).

González et al. (2008 b y e) realizaron un experimento en el que sometieron a terneras frisonas en cebo intensivo a tres tratamientos distintos: T2) los animales disponían de un espacio para comer cada dos animales; T4) un espacio para comer cada cuatro animales; y T8) un espacio para comer cada ocho animales. Durante el primer mes, tras la llegada de los terneros al cebadero, la ganancia media diaria fue más baja en T8 (0,95 kg/d) que en el nivel medio y bajo de competencia (1,12 kg/d). Estos resultados se vieron acompañados por una reducción del tiempo medio diario destinado a comer pienso y una mayor variabilidad del mismo, con el aumento de la competencia (González et al., 2008 e).

Los resultados más relevantes de este experimento durante la fase de cebo se resumen en la Tabla 4. La ingestión de pienso disminuyó linealmente al aumentar la competencia en el comedero. Sin embargo, el grado de competencia no afectó ni al promedio, ni a la desviación estándar de la ganancia media diaria durante el cebo, aunque la variabilidad del PV final tendió a aumentar con la competencia. Un aumento del nivel de competencia de 2 a 8 terneras por comedero, resultó en una disminución numérica de 6 kg en el peso de la canal caliente. El nivel de competencia aumentó la velocidad de ingestión del pienso, mientras que disminuyó el tiempo diario destinado a comerlo. Estos resultados indican que el aumento en la velocidad de ingestión es un mecanismo de adaptación al ambiente social. El tiempo diario destinado a descansar tumbadas disminuyó, mientras que el destinado a estar de pie aumentó con la competencia por el pienso, siendo ello un indicador de la alteración del comportamiento de las terneras que podría asociarse a una alteración de su bienestar. En esa misma dirección pudieron comprobar como el incremento en la competencia para comer el pienso se tradujo en un incremento lineal de los desplazamientos registrados en el comedero.

El pH medio del líquido ruminal no se vio afectado por el nivel de competencia, aunque la proporción de animales con pH ruminal por debajo de 5,6, así como la concentración de ácido láctico, aumentaron linealmente con la competencia, siendo estos efectos más pronunciados en el mes 2, 3 y 4 del periodo de cebo. Así, el riesgo de acidosis aumenta y, por lo tanto, puede ser responsable del mayor porcentaje de abscesos hepáticos en el nivel más alto de competencia y del aumento lineal de haptoglobina en sangre.

Las situaciones de acidosis producen daño en la pared ruminal permitiendo la entrada de patógenos necrosantes al torrente sanguíneo, los cuales colonizan el hígado y producen abscesos. La haptoglobina es un indicador de daño tisular o respuesta inflamatoria que aumenta en situaciones de acidosis ruminal por el daño producido en la pared del rumen o por la respuesta inflamatoria debido al paso de endotoxinas al torrente sanguíneo (Nagaraja y Titgemeyer, 2007).

Conclusiones

La acidosis ruminal subaguda es un trastorno digestivo bien conocido en nuestros cebaderos que si bien no causa un elevado número de bajas, reduce sin duda sus resultados productivos. El uso de una alimentación tan intensiva es un factor de riesgo para el desencadenamiento de este trastorno. Además del uso de cantidades importantes de pienso y de poco aporte de forraje en la alimentación de los terneros, aspectos ligados al ambiente, a la genética, al manejo y al comportamiento, también influyen en la aparición de la acidosis. El propio animal puede reaccionar ante esta situación adversa, capaz de causar el trastorno digestivo, variando el patrón de alimentación, lo que también explicaría la variabilidad existente en la propia aparición del problema. Si bien el diagnóstico no es fácil, la variación diaria de la ingestión, la aparición de diarreas, la presencia de animales con andaduras que reflejan una laminitis y un ritmo respiratorio acelerado es la forma más práctica de evidenciar la naturaleza insidiosa de la acidosis ruminal subaguda.

Referencias

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Autor

lfred Ferret

Grupo de Investigación en Nutrición, Manejo y Bienestar Animal, Departamento de Ciencia Animal y de los Alimentos, Universitat Autónoma de Barcelona

Publicado en Cría y Salud