Los veterinarios del Grupo de Especialidad de Etología Clínica de Avepa (GRETCA), describen las pautas para lograr el máximo bienestar animal, en hogares donde conviven varios gatos

Existe la creencia extendida de que los gatos domésticos son animales solitarios. No obstante, la domesticación ha hecho que desarrollen un sistema social flexible de manera que pueden vivir en solitario o en grupos sociales si las condiciones del entorno lo permiten. Es por esto por lo que se dice que el gato es una especie social facultativa.

La vida en grupo tiene una serie de ventajas, como la protección de las crías, pero también supone una fuente de estrés social derivado de los conflictos entre gatos que conviven, especialmente cuando no tienen acceso al exterior (gatos indoor). De hecho, estos conflictos pueden darse con relativa frecuencia en los llamados “hogares multigato”.

Para prevenir o minimizar la aparición de conflictos sociales y mejorar así el bienestar en los hogares multigato, debemos llevar a cabo una serie de medidas basadas en los siguientes puntos clave:

  1. Identificar los grupos sociales.
  2. Identificar los signos de estrés y conflicto entre gatos.
  3. Eliminar los estresores y proporcionar un entorno adecuado y enriquecido

 

Cómo identificar grupos sociales

Cuando en un mismo hogar conviven varios gatos es importante saber si todos ellos están integrados en el mismo grupo social o si, por el contrario, existen subgrupos o individuos aislados. Para ello, es necesario analizar su comportamiento social e identificar las llamadas conductas afiliativas y las conductas agonísticas:

  • Las conductas afiliativas se refieren a las conductas sociales que fomentan la cercanía entre los individuos y en los gatos incluyen dormir juntos, acicalarse mutuamente, frotarse, cruzar sus colas o jugar entre ellos. La manifestación de estas conductas indicaría que los gatos que las llevan a cabo forman parte de un mismo grupo social.
  • Las conductas agonísticas se refieren a cualquier conducta social relacionada con la respuesta de lucha ante un estímulo y son indicativas de la existencia de conflictos entre gatos. Las interacciones sociales agresivas son una fuente de estrés tanto para el gato agresor como para la víctima y entre ellas se incluyen las siguientes:

– Gatos que permanecen sentados vigilándose y mirándose fijamente o que se evitan activamente.

– Gatos que bloquean el acceso del otro gato a recursos como la bandeja de la arena, comedero o zona de descanso, por ejemplo, sentándose delante.

– Cambios en las relaciones entre gatos con disminución de conductas afiliativas y aparición de vocalizaciones agonísticas como bufidos o gruñidos así como enfrentamientos que impliquen peleas, persecuciones, arañazos o mordiscos.

La aparición de lesiones cutáneas o abscesos pueden ser indicativos de peleas por lo que se debe prestar atención a este tipo de señales además de a los cambios de comportamiento mencionados.

Dentro de un mismo hogar puede haber tantos grupos sociales como gatos. Así, aunque no exista evidencia de conductas agonísticas y los gatos puedan tolerar la presencia de los otros individuos, el hecho de no identificar conductas afiliativas entre ellos indicaría que no forman parte del mismo grupo social.

 

Cómo identificar signos de estrés y conflicto entre gatos

Los signos de estrés en gatos son variados y a veces sutiles y, por tanto, difíciles de identificar. Las señales de estrés pueden ser cambios de conducta que afectan al propio individuo o comportamientos agonísticos dirigidos hacia otros gatos, tal y como se ha visto en el apartado anterior.

Entre los cambios de conducta que pueden aparecer como consecuencia del estrés se incluyen la disminución general de la actividad y el comportamiento exploratorio, así como del marcaje facial y las conductas afiliativas hacia los propietarios u otros gatos. El apetito suele disminuir, aunque en algún caso puede aumentar. Por el contrario, otras conductas aumentan su frecuencia, como las vocalizaciones, la vigilancia, esconderse, el marcaje con orina, la agresividad, las conductas repetitivas y el acicalamiento, aunque este último puede reducirse en otras ocasiones.

 

Cómo eliminar estresores y proporcionar un entorno adecuado y enriquecido

Eliminar posibles estresores

Para eliminar las posibles fuentes de estrés se deben controlar los estímulos visuales, auditivos y olfativos extraños que puedan producir miedo o ansiedad. Así, por ejemplo,  aunque en muchos casos la visualización a través de la ventana puede ser enriquecedora e incluso recomendable, a algunos individuos les resulta estresante la visión de otros gatos o perros en el exterior, en cuyo caso se debe limitar el acceso cerrando cortinas o persianas.

Los cambios en el grupo social pueden producir también estrés en los gatos y por ello es importante evitar variaciones en su composición introduciendo un nuevo gato. En caso de decidir hacerlo debe realizarse de manera adecuada mediante un protocolo de introducción progresiva del nuevo miembro en el hogar. Otros cambios en el entorno físico que se deben tener en cuenta, y evitar en la medida de lo posible, son los cambios de localización en el mobiliario, la introducción de objetos nuevos en el hogar o las mudanzas.

La existencia de un entorno predecible ayuda a disminuir el estrés, por lo que es aconsejable establecer rutinas de modo que faciliten a los gatos saber qué sucederá en cada momento y mantener un manejo coherente y consistente. Esto quiere decir que ante una conducta del gato, todos los miembros de la familia deben actuar de la misma manera.

Finalmente, nunca se debe castigar a un gato, pues además del estrés que se produce en el individuo al que se castiga, éste puede generalizarse a todo el grupo repercutiendo negativamente en las interacciones entre los gatos.

 

Mejoras en el entorno físico y sensorial

Se debe aumentar la disponibilidad de espacios horizontales y verticales con plataformas elevadas en las que les sea posible descansar,  observar el entorno y utilizar como lugares seguros o refugios. Para ello, se pueden aprovechar los muebles o estantes que hay en casa o instalarlos de manera personalizada. Se recomienda que estas áreas tengan entradas y salidas independientes para evitar conflictos si más de un gato quiere usarlo al mismo tiempo. También se pueden dejar disponibles sus transportines o incluso cajas de cartón para que los usen como lugares seguros.

Los múltiples lugares de descanso disponibles deben ser de diferentes tamaños para que los gatos elijan si prefieren descansar solos o acompañados de otros gatos en plataformas de mayor tamaño.

Una manera de incrementar el espacio disponible y aumentar la actividad física es permitir el acceso al exterior, por ejemplo, al jardín o una terraza segura. Sin embargo, en algunos casos esto no es posible y en otros puede ser perjudicial si la experiencia produce estrés y frustración en el gato, lo cual a su vez puede derivar en comportamientos agresivos redirigidos hacia los demás gatos o hacia el tutor. Para evitar este problema, podemos planificar las salidas en los momentos en los que el exterior sea más tranquilo (ausencia de otros gatos o perros vecinos) y hacer que las salidas sean predecibles, es decir, que el gato sepa cuándo va a salir.

Por otro lado, debe facilitarse la aparición de estímulos agradables como nuevos juguetes, feromonas sintéticas o texturas atractivas para arañar, ya que se sabe que el rascado es una “necesidad de comportamiento”, es decir, que el gato necesita rascar para reducir su estrés y mejorar así su bienestar.

 

Estimulación física y mental

Se debe proporcionar estimulación física y mental adecuada ya que la ausencia de este tipo de actividad puede generar frustración y desencadenar agresiones hacia otros miembros del grupo.

Para ello, se debe fomentar el juego con todo el grupo o en subgrupos de gatos con buena relación y proporcionando atención especial e individual a gatos con necesidades diferentes (gatos muy activos o muy tímidos). La estimulación también se puede llevar a cabo a través de juguetes que simulan ser presas que se mueven, comederos interactivos o golosinas escondidas por la vivienda.

 

Mejoras en el entorno social

La interacción humano-gato debe ser positiva, tranquila y predecible. Además, se debe evitar siempre el uso castigo, como ya se ha mencionado anteriormente. Tampoco se debe forzar el contacto de las personas con los gatos ni forzar interacciones entre los gatos, sobre todo entre los que no se llevan bien.

Cuanto más numeroso sea el grupo de gatos, más adaptaciones serán necesarias en el hogar. Así, para evitar conflictos en los hogares en los que haya varios subgrupos de gatos,  conviene crear áreas específicas para cada uno de ellos y permitir una separación temporal o permanente en sus respectivos territorios, lo cual disminuirá la presencia de conductas agonísticas entre individuos de diferente grupo social y facilitará las afiliativas entre los que sí forman parte del mismo grupo.

En los hogares multigato, cada uno de los gatos debe recibir atención individual sin que intervengan otros gatos para evitar tensiones. Los gatos más seguros y asertivos tienen que ser estimulados a diario con juego y exploración, por lo que al hacerlo de forma separada, se evitarán las agresiones hacia otros gatos en caso de que se sobreexciten.

Por otra parte, los gatos tímidos deben disponer de momentos de actividades tranquilas y placenteras con el tutor con juego o caricias separados del resto del grupo o solo en presencia de los gatos con los que tenga buena relación.

 

Gestión de recursos clave

Es necesario que los gatos dispongan de un número adecuado de recursos básicos como comederos, bandejas de arena, camas, rascadores y juguetes en diferentes lugares de la casa. Además, deben mantenerse en áreas definidas dependiendo del número de gatos y subgrupos y evitar cambiarlos de lugar.

La comida y el agua tienen que estar en lugares tranquilos y siempre accesibles, lejos de las bandejas, y puede ser positivo usar fuentes de agua.

Respecto a las bandejas de arena, se recomienda proporcionar tantas como el número de gatos +1 o al menos el número de grupos de gatos +1, en caso de que el espacio no lo permita. Deben colocarse también en lugares tranquilos, que no sean zonas de paso ni estén al lado de electrodomésticos ruidosos como la lavadora. Debemos tener en cuenta sus características y las preferencias de cada gato ya que pueden ser diferentes en cada uno. Así, pueden ser con tapa o sin tapa, aunque la mayoría prefieren sin tapa. Deben tener un tamaño adecuado que les permita dar la vuelta sobre sí mismos sin tener que salir de la bandeja. En el caso de gatos con problemas de movilidad o dolor, el acceso a la bandeja debe ser fácil. Finalmente, también debemos tener en cuenta el tipo de arena preferido por cada gato, si bien la aglomerante no perfumada suele ser la arena de elección.

Otro recurso al que es necesario presentar especial atención es el rascador, y al igual que en el caso del arenero, debemos ponerlo a disposición de los gatos según las preferencias de cada uno. Pueden ser horizontales o verticales, de diferentes materiales como textiles, de cartón o madera, y debemos colocarlos cerca de los lugares de descanso.

En resumen, los conflictos entre gatos que conviven son situaciones estresantes frecuentes y, por lo tanto, debemos adaptar su entorno y nuestras acciones para evitar dicho estrés de cara a prevenir problemas derivados del mismo y para favorecer su bienestar.

Xiana Costas

 

Bibliografía:

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Fuente GRETCA