SARS-CoV-2 y animales domésticos

Implicación animal en la aparición de SARS-CoV-2

Actualmente, los datos disponibles sobre el origen o la vía de transmisión del virus SARS-CoV-2 al ser humano son relativamente escasos e inciertos, si bien la hipótesis más aceptada es que el virus tiene un probable origen animal. Algunos estudios han demostrado una homología del 96,2% entre el ARN de este virus y el de otro β-coronavirus (Bat-CoV-RaTG13) hallado en poblaciones de murciélagos de herradura (Rhinolophus affinis) en la provincia de Yunnan, en China (Zhou et al.2020). No obstante, este virus mantiene, aún, diferencias en más de 1100 nucleótidos (nt) con el SARS-CoV-2, lo que plantea dudas sobre que sea su origen inmediato y más bien sugiere la necesidad de evolución en otro hospedador intermediario. Además de ello, debe tenerse en cuenta que cuando parece que comenzó la transmisión, coincide con la época de hibernación de los murciélagos (entre octubre y marzo, aproximadamente) por lo que no es probable que, en el mercado húmedo de Wuhan, el origen teórico del primer caso humano, hubiese murciélagos. Esto sugiere que un hospedador animal intermediario podría haber intervenido en el salto de la barrera de especie y la transmisión al hombre (Brussow 2020). Ahora bien, el mercado pudo actuar, bien como origen primario o simplemente como un amplificador, pues las muestras ambientales obtenidas allí revelan la presencia abundante del virus en los días de inicio de la epidemia lo que, además, prueba su relativa resistencia medioambiental; por el contrario, los animales presentes en el inicio del brote no pudieron ya ser muestreados. Es importante señalar la posibilidad de que el contagio pudo haber tenido lugar tanto desde un animal indeterminado a una persona en el mercado, como que una persona infectada previamente pudo haber transmitido el virus a animales presentes en el mismo, los cuales a su vez lo habrían diseminado a clientes o trabajadores (Zoom conference, 2020).

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