La Coalición para el Listado Positivo ha informado este lunes del rescate de Nía, un petauro hembra que, tras ser recogida por una ciudadana en un parque de una localidad valenciana, se encuentra ya en el centro de rescate AAP Primadomus de Villena (Alicante).

En el momento en el que fue hallado, el animal, que entonces tenía unos cuatro o cinco meses de edad, estaba aletargado y acurrucado sin ninguna protección. Sin saber de qué especie se trataba, la mujer lo llevó al veterinario, quien tras comprobar que se trataba de un animal salvaje le aconsejó consultarlo con un veterinario experto en cuidados de exóticos.

Tal y como explica esta ciudadana, que rápidamente fue consciente de que los petauros no son animales aptos para la vida doméstica y buscó una solución adecuada para ella, «el error es querer tener un animal como si se tratara de un muñeco o un peluche», según recoge la Coalición para el Listado Positivo en un comunicado.

Nía llegó el pasado 8 de diciembre al centro de rescate AAP Primadomus, donde, tras pasar un periodo de cuarentena, disfrutará de una atención veterinaria especializada y se iniciará su resocialización con congéneres en unas instalaciones adaptadas a su especie y con un óptimo enriquecimiento ambiental.

En este caso, la combinación de una ciudadana comprometida y la intervención a tiempo ha permitido garantizar el bienestar del animal, a juicio de esta entidad, que ha incidido en que «el problema persiste» y «son miles los animales exóticos que sufren debido a modas y compras poco informadas».

«El fenómeno del mascotismo exótico es una realidad creciente. Cada año, miles de animales exóticos sufren por no disponer de los cuidados y el hábitat adecuado para su desarrollo. Y en muchas ocasiones, como en el caso de Nía, son abandonados a las pocas semanas o meses por las personas que los adquirieron al ser conscientes de las dificultades que entraña su cuidado», explican desde la Coalición para el Listado Positivo.

Y han añadido: «Este abandono en la naturaleza puede provocar que las especies se conviertan en invasoras, algo que ya ha ocurrido en España con los mapaches o las suricatas, con el consiguiente riesgo para la biodiversidad, la salud y la seguridad pública».