Actitudes ante el dolor agudo y uso de escalas de evaluación del dolor entre los veterinarios españoles de pequeños animales

Actitudes ante el dolor agudo y uso de escalas de evaluación del dolor entre los veterinarios españoles de pequeños animales

Actitudes ante el dolor agudo y uso de escalas de evaluación del dolor entre los veterinarios españoles de pequeños animales

Sandra Menéndez1 Miguel Ángel Cabezas1,2 Ignacio A. Gómez de Segura1*
  • 1Departamento de Medicina y Cirugía Animal, Universidad Complutense, Madrid, España
  • 2Dolorvet, Anestesia y analgesia veterinaria, Madrid, España

Objetivos: La evaluación del dolor agudo en perros y gatos es la base para un tratamiento adecuado y una mejora del bienestar. Las dificultades involucradas en la evaluación del dolor plantean un desafío para los veterinarios, y los hallazgos recientes indican que las herramientas más efectivas disponibles, las escalas validadas de evaluación del dolor, pueden no ser ampliamente utilizadas.

El objetivo de este estudio fue caracterizar el nivel de preocupación de los veterinarios españoles por el dolor agudo en animales de compañía. Además, se buscó determinar si esta preocupación se correlaciona con la utilización de herramientas de evaluación óptimas.

Métodos: Se realizó una encuesta para explorar las actitudes de los veterinarios españoles ante el dolor y su valoración. La encuesta se distribuyó a través de dos de las asociaciones veterinarias de pequeños animales más destacadas, la Asociación Española de Anestesia y Analgesia Veterinaria, así como de actores clave de la industria comprometidos con el manejo proactivo del dolor. El análisis descriptivo de los datos recolectados se realizó con Excel y SPSS.

Resultados: Un total de 292 veterinarios participaron en el estudio. Se determinó un alto nivel de preocupación con respecto al dolor en perros y gatos, donde el 44% de los veterinarios encuestados evaluaron el dolor en todos los pacientes. A pesar de conocer las escalas de dolor validadas, solo el 28% las utilizaba. Las escalas preferidas fueron la Glasgow CMPS para perros (94%) y la Escala de Muecas Felinas para gatos (93%). Entre los encuestados que no utilizan estas herramientas validadas, existe un gran interés por incorporar estas escalas a la práctica (85%) y considera que la falta de formación es el problema más relevante (32%). Se identificaron otros desafíos para ampliar la utilización, incluidas las limitaciones relacionadas con el tiempo, la dotación de personal y la necesidad de establecer un hábito.

Conclusiones y pertinencia: Los veterinarios españoles de pequeños animales demostraron una gran conciencia del dolor en sus pacientes y emplearon varios métodos para la evaluación del dolor. Sin embargo, se identificó un uso limitado de herramientas validadas y probablemente se atribuyó a desafíos como la falta de una rutina establecida, limitaciones de tiempo, personal insuficiente y, en particular, una brecha de conocimiento entre los veterinarios que no emplean escalas de evaluación del dolor. Las escalas más utilizadas fueron la Glasgow CMPS para perros y la FGS para gatos. En general, estos resultados sugieren una ventana de oportunidad para la implementación de programas de capacitación en la evaluación del dolor en pequeños animales a nivel nacional.

Introducción

El reconocimiento y la evaluación del dolor son requisitos esenciales para optimizar la salud y el bienestar de los pacientes (1). La falta de reconocimiento del dolor no solo plantea un problema de bienestar, sino que también conduce a consecuencias fisiológicas indeseables, incluida la activación del sistema nervioso simpático, la inmunosupresión, la alteración del metabolismo, la cicatrización deficiente, el aumento de la morbilidad y los efectos en la progresión de la enfermedad, entre otros. Además, pueden desarrollarse procesos neuronales activados por el dolor, como la sensibilización (2). La evaluación del dolor permite un tratamiento analgésico óptimo, previniendo así las consecuencias fisiológicas que provoca la percepción del dolor (p. ej., alteraciones cardiovasculares y conductuales). Los procesos neuronales también pueden prevenirse mediante el reconocimiento oportuno del dolor (p. ej., sensibilización, cambios en la activación del umbral). Además, a la hora de abordar el dolor quirúrgico, una correcta valoración del dolor mejora el tiempo de recuperación y disminuye las posibles complicaciones durante el postoperatorio. Reconocido como el cuarto signo vital, la evaluación del dolor debe ser una parte integral de cada examen físico (2). El aumento de la conciencia sobre la importancia del dolor ha dado lugar a avances relevantes, con varias directrices que describen metodologías de evaluación del dolor accesibles para los veterinarios de todo el mundo (2-4).

La falta de comunicación directa con los pacientes veterinarios requiere un proxy y el uso de escalas validadas para la evaluación del dolor. Sin embargo, la falta de adopción de escalas de dolor validadas introduce sesgos en las evaluaciones del dolor de los veterinarios. El dolor felino se ha subestimado con frecuencia, y dentro de los procedimientos quirúrgicos comparables realizados tanto en perros como en gatos, los gatos han recibido una menor analgesia, posiblemente debido a la manifestación más sutil de los signos de dolor en los felinos (4). En consecuencia, la evaluación del dolor debe tender a la objetividad, empleando herramientas validadas y específicas para cada especie, especialmente en lo que respecta a los gatos (2). Estas herramientas se basan en la observación de comportamientos, como la Escala de Dolor de Medidas Compuestas de Glasgow (CMPS) para perros y gatos o la Escala de Evaluación del Dolor Multidimensional Felina UNESP-Botucatu – versión abreviada (UFEPS-SF) para gatos, y también en las expresiones faciales de los gatos (Escala Glasgow Feline CMPS, Escala de Muecas Felinas, FGS).

La importancia atribuida al dolor por los veterinarios ha ido en aumento (5), y muchos de ellos utilizan puntuaciones de dolor recientemente introducidas en la práctica clínica (2). Sin embargo, una proporción sustancial de veterinarios todavía no incorpora de forma rutinaria herramientas validadas de evaluación del dolor (6). Si bien algunos pueden sentirse seguros de su capacidad para detectar, evaluar y controlar el dolor hasta cierto punto (6-8), la evidencia subraya la naturaleza subóptima de la evaluación del dolor (9). Los veterinarios reconocen la necesidad de formación adicional en el tratamiento del dolor (6), lo que sugiere que existe una brecha entre el desarrollo y la difusión de herramientas validadas de evaluación del dolor y su utilización rutinaria en la práctica clínica (2). Además de las escalas de dolor, se han introducido herramientas de calidad de vida relacionadas con la salud para proporcionar un enfoque más integral del bienestar de los animales, que suelen incluir la evaluación del dolor como uno de los factores más relevantes que afectan al mismo (10).

El objetivo de este estudio fue delinear las actitudes hacia el dolor agudo en perros y gatos entre los veterinarios españoles. Más concretamente y teniendo en cuenta la relevancia del uso de los instrumentos de evaluación del dolor más adecuados, nos propusimos evaluar su conocimiento entre los veterinarios y las actitudes hacia su uso, así como los impedimentos que dificultan su aplicación. El conocimiento de las actitudes del veterinario permite determinar si deben mejorarse y, más concretamente, servir de base para diseñar estrategias que potencien la adopción generalizada de estas herramientas entre los veterinarios españoles.

Materiales y métodos
Encuesta

Se elaboró un cuestionario online (ver Material Complementario) con el objetivo de evaluar las actitudes de los veterinarios españoles de pequeños animales ante el dolor agudo, cualquiera que sea su causa, en perros y gatos, así como su utilización de métodos de evaluación, concretamente escalas de evaluación del dolor. El diseño de la encuesta siguió las directrices de CHERRIES (The Checklist for Reporting Results of Internet E-Surveys) y fue avalado por el Comité de Ética Institucional (ref. CE_20221215-18_SAL).

La encuesta se estructuró en cuatro secciones, ofreciendo a los encuestados la opción de respuestas de opción única o múltiple, incluidas respuestas de texto abiertas. Los participantes podían omitir preguntas a medida que avanzaban en la encuesta. Las preguntas que incluían respuestas calificadas se adhirieron a una secuencia consistente para facilitar la entrada de los encuestados, que abarcaba desde el mínimo hasta el máximo.

La encuesta comenzó con una introducción en la que se detallaba su propósito, seguida de tres secciones principales y una sección final con preguntas resumidas. El segmento inicial recopiló datos demográficos para describir el perfil y la trayectoria de los veterinarios. La segunda sección tuvo como objetivo describir las actitudes del veterinario hacia el dolor agudo, abarcando parámetros como qué pacientes son evaluados, el momento y la metodología para la evaluación del dolor, y si se emplean escalas de evaluación del dolor. El conocimiento de las escalas de dolor dirigió a los encuestados a preguntas distintas en el tercer segmento, utilizando preguntas adaptativas para minimizar la fatiga del encuestado y mejorar la finalización de la encuesta (11). En el tercer y último apartado se incluyeron consultas sobre el uso de las escalas de evaluación del dolor y se identificaron los obstáculos para su implementación. Esta sección varió en función del uso previo de las escalas de dolor. Por último, todos los participantes pudieron responder a preguntas de recapitulación sobre las prácticas de seguimiento posteriores al alta, la familiaridad con las aplicaciones/sitios web de evaluación del dolor y una pregunta abierta para obtener información adicional. Las preguntas se transfirieron a una plataforma en línea (Google Forms) para facilitar el acceso y agilizar la recopilación de datos. El formato en línea permitió a los veterinarios proporcionar respuestas a través de dispositivos electrónicos al tiempo que garantizaba el anonimato. Para garantizar la confidencialidad, el formulario de Google recopiló datos anónimos, y los participantes fueron debidamente informados. Para evitar múltiples respuestas de un solo usuario, se concedió acceso a través del registro por correo electrónico (11). Se llevó a cabo una prueba piloto antes de la distribución final de la encuesta para garantizar la coherencia y la claridad, y se hicieron los ajustes necesarios.

Distribución de la encuesta

La encuesta estaba dirigida a veterinarios que ejercen activamente o que han practicado el trabajo clínico con pequeños animales. La distribución se realizó por correo electrónico a través de la Asociación Española de Veterinarios de Pequeños Animales, que cuenta con 5.600 miembros (AVEPA1), la asociación regional más grande y representativa (Madrid, AMVAC), y la Sociedad Española de Anestesia y Analgesia Veterinaria (SEAAV). Además, se facilitó la distribución a través de las bases de datos de dos laboratorios farmacéuticos veterinarios pertinentes (B. Braun y Zoetis). La encuesta iba acompañada de una introducción en la que se aclaraba su propósito, el anonimato de los encuestados y el tiempo estimado para completarla (5-10 min). La encuesta permaneció accesible desde el 1 de marzo de 2023 hasta el 12 de mayo de 2023.

Análisis de datos

Para el análisis estadístico descriptivo, las respuestas de los formularios se exportaron a Microsoft Excel. Se excluyeron las respuestas duplicadas, identificadas por direcciones de correo electrónico de referencia idénticas. Se formuló una base de datos estructurada. Se empleó un análisis descriptivo (IBM SPSS Statistics 28.0) para representar la frecuencia y el porcentaje de las variables en toda la población. Dadas las variaciones en el conteo de respuestas para cada pregunta, los resultados se presentaron como el número de encuestados que seleccionaron cada respuesta y el porcentaje relativo al total de respuestas para cada pregunta. La relación entre el conocimiento y uso de las escalas de dolor por parte de los encuestados y su especialización autoinformada se evaluó mediante la prueba de Chi-cuadrado. Para medir el margen de error, teniendo en cuenta el número de respuestas, se utilizó una calculadora de margen de error en línea.2

Resultados
Datos demográficos

Un total de 292 encuestados participaron en la encuesta. Teniendo en cuenta la población veterinaria profesional de España, que a diciembre de 2022 ascendía a 36.337 veterinarios, con un 60,2% estimado (21.875 veterinarios) dedicados a la práctica de pequeños animales (12), se consideró un margen de error del 6% para los resultados (nivel de confianza del 95%). Para las preguntas con menos encuestados (82), el margen de error se fijó en el 11%.

Entre los encuestados, la distribución por edades fue relativamente uniforme, con un 42% (n = 292) menores de 40 años, mientras que el 58% restante tenía más de 40 años. La mayoría eran mujeres (73%). Aunque los participantes procedían de varias regiones de España (17 comunidades autónomas), las respuestas fueron más pronunciadas en las zonas densamente pobladas. Madrid acaparó el 24%, Cataluña el 17%, seguida de Andalucía (12%) y la Comunidad Valenciana (10%).

En cuanto a la especialización, el 27% de los encuestados no se considera especializado en ninguna área clínica. Entre los que sí lo hicieron, el 21% afirmó tener experiencia en medicina interna, mientras que el 14% se especializó en cirugía y un porcentaje igual en anestesia y analgesia. Cabe destacar que el 66% carecía de acreditación de especialización. En el caso de los veterinarios acreditados, el 19% (n = 292) había completado cursos de posgrado, el 8% tenía la acreditación AVEPA, el 4% había realizado un programa de maestría, el 3% poseía diplomas europeos o americanos y el resto poseía cualificaciones complementarias (diploma IVAS, prácticas, doctorado, residencia universitaria europea).

Los tipos de centros más prevalentes entre los encuestados fueron los consultorios con instalaciones quirúrgicas (45%) y los que brindan servicios de emergencia (26%). La mayoría de los centros empleaban de 2 a 3 veterinarios (43%; n = 291), y las situaciones laborales más comunes fueron estar empleado por el centro (48%; n = 290) o servir como propietario/socio de la práctica (43%).

Actitudes hacia el dolor

La mayoría de los encuestados (87%; n = 292) calificaron el dolor en sus pacientes como altamente relevante (5/5), sin que ninguno atribuyera un nivel de relevancia de 1 (ninguno) o 2 (bajo) sobre 5 (Figura 1). Para el 71% de los encuestados (n = 292), la intensidad del dolor fue similar entre perros y gatos cuando se consideró la misma causa. En el 12% de los casos, se percibió que los perros experimentaban más dolor, en comparación con el 6% de los gatos. El 11% restante se mostró incierto. Cuando se les preguntó sobre la dificultad relativa de evaluar el dolor en todas las especies, el 87% (n = 292) lo consideró más desafiante en los gatos.

www.frontiersin.orgFigura 1. Importancia atribuida al dolor por veterinarios españoles de pequeños animales encuestados online en 2023 (5 indica máxima importancia, 0 indica ninguna importancia; n = 292).

Evaluación del dolor

La mayoría de los encuestados informaron que estaban evaluando el dolor en todos los pacientes mientras realizaban exámenes físicos (44%; n = 290) o cuando se identificaron signos de dolor (43%). Dentro de los pacientes hospitalizados y postoperatorios, solo el 26% de los encuestados (n = 290) informaron haber realizado evaluaciones del dolor para todos estos casos. Así, el 85% (n = 290) evaluó consistentemente el dolor, ya sea siempre o ante el menor signo sugestivo de dolor leve. Un 14% adicional de los encuestados (n = 290) inició evaluaciones cuando se consideró que los pacientes tenían dolor moderado. Este momento elegido para la evaluación mostró una distribución uniforme y similitud entre perros y gatos (Figura 2).

www.frontiersin.orgFigura 2. Momento de la evaluación del dolor en perros (n = 287) y gatos (n = 284) realizada por veterinarios españoles de pequeños animales encuestados en línea en 2023.

En pacientes postoperatorios y/o hospitalizados, la frecuencia más común de evaluaciones del dolor fue cada 4-6 h, particularmente durante las etapas iniciales (45%; n = 288), o como parte de evaluaciones rutinarias (30%). Un bajo porcentaje de los encuestados (6%) afirmó que nunca evaluó el dolor en estos pacientes.

Evaluación de la eficacia analgésica

Tras la administración de dosis adicionales de fármacos analgésicos, el 50% (n = 289) de los encuestados evaluó el dolor a partir de entonces en un plazo de 30 a 60 minutos para medir su eficacia. Además, el 42% evaluó el dolor durante las evaluaciones regulares de los pacientes. Solo el 2% se abstuvo de evaluar el dolor después de administrar dosis adicionales, citando la falta de necesidad.

Uso de escalas de evaluación del dolor

Un total de 239 veterinarios (82%, n = 292) informaron estar familiarizados con las escalas de evaluación del dolor (Figura 3). Los encuestados que reportaron especialización en anestesia y analgesia exhibieron un conocimiento y uso significativamente mayor de las escalas de dolor (Chi-cuadrado de Pearson; p: 0,030 y <0,001, respectivamente). Entre todos los encuestados que autoreportaron especialización en cualquier especialidad veterinaria, se observó un mayor uso de escalas de dolor (Chi-cuadrado de Pearson; p-valores: 0,006), mientras que el conocimiento de las escalas de dolor no difirió en comparación con los encuestados que no informaron ninguna especialización.

www.frontiersin.orgFigura 3. Conocimiento de las escalas de evaluación del dolor (izquierda) y de los métodos de evaluación del dolor utilizados (derecha) entre los veterinarios españoles de pequeños animales encuestados en línea en 2023 (n = 290).

Veterinarios que utilizan escalas de evaluación del dolor

Entre los veterinarios encuestados, el 28% (n = 292) reportó el uso de escalas de evaluación del dolor. De estos, el 59% (n = 82) asignó a estas escalas la calificación de utilidad más alta en una escala de 1 a 5, donde 1 representa la utilidad mínima y 5 la máxima. Ninguno de los encuestados asignó los valores más bajos de 1 o 2, y solo el 6% asignó un valor de 3. La mayoría de los encuestados informaron que eran frecuentes (46%; n = 80) o uso rutinario (45%) de estas escalas.

La escala de evaluación del dolor empleada con mayor frecuencia para perros fue la CMPS de Glasgow y su versión abreviada (94%; n = 75). En cambio, en el caso de los gatos, la Escala de Expresión Facial (Escala de Muecas Felinas; FGS) (93%; n = 74). Como anécdota, 2 veterinarios refirieron utilizar la FGS para perros, y 3 veterinarios la UFEPS-SF para perros, aunque estas escalas son específicas para gatos (Figura 4).

www.frontiersin.orgFigura 4. Escalas de evaluación del dolor utilizadas por veterinarios españoles de pequeños animales encuestados en línea en 2023 (se incluyen las respuestas de los usuarios de escalas, n = 80).

Al examinar los factores que podrían dificultar el uso de las escalas de evaluación del dolor, según los aportes de los veterinarios que las utilizan, los factores limitantes más citados fueron la falta de familiaridad, las limitaciones de tiempo y la falta de personal. A esto le siguió la percepción de que la capacitación era inadecuada, lo que la mayoría de los encuestados creía que dificultaba en cierta medida la utilización de estas escalas, junto con su integración en la práctica habitual. En general, la fiabilidad no se consideró un factor limitante (Figura 5).

www.frontiersin.orgFigura 5. Factores limitantes para el uso de escalas de evaluación del dolor por veterinarios españoles de pequeños animales encuestados en línea en 2023. Arriba: Entre los veterinarios que utilizan escalas (n = 82). Abajo: Entre los veterinarios que no usan escalas (n = 210).

El 72% de los encuestados no empleó estas escalas, sino que se basó en la evaluación clínica Entre ellos, el 85% expresó interés en incorporar escalas de evaluación del dolor en su práctica. Los principales desafíos que identificaron y que podrían limitar la adopción de estas escalas fueron la capacitación insuficiente y las limitaciones de tiempo. En menor medida, los veterinarios también citaron la ausencia de rutina clínica y el personal limitado como factores limitantes. En este contexto, una minoría de los encuestados (4%, n = 210) consideró que la baja fiabilidad de las escalas de dolor limitaba su uso. Sin embargo, la mayoría de los encuestados cree que la fiabilidad de las escalas facilita su uso o solo tiene un ligero obstáculo (Figura 5).

Prácticas de seguimiento

En cuanto a las prácticas de seguimiento de los pacientes, el 58% (n = 291) programó consultas de revisión, y el 35% recomendó a los propietarios que se pusieran en contacto con ellos si creían que el paciente tenía dolor. Un 3% no sugirió seguimiento o lo consideró innecesario.

Recursos

El conocimiento de las aplicaciones de software disponibles (aplicaciones y sitios web) entre los encuestados fue bajo, con un 62% (n = 291) que no estaba familiarizado con ninguna. Entre los que estaban al tanto, el 35% conocía la aplicación «Feline Grimace Scale (FGS)», el 13% el sitio web «B. Braun Te ayuda». Solo uno de los encuestados conocía la aplicación «PainVET».

Discusión

La encuesta proporciona información relevante sobre las actitudes de los veterinarios españoles de pequeños animales ante el dolor y su evaluación. En general, dan una gran relevancia a la identificación del dolor tanto en perros como en gatos, donde la evaluación es una práctica ampliamente adoptada. Por lo general, a los encuestados les resultaba más difícil evaluar el dolor en los gatos, lo que podría contribuir a un manejo menos eficaz del dolor en los felinos. La mayoría de los veterinarios realizaron evaluaciones del dolor para todos los pacientes y mantuvieron intervalos apropiados para evaluar el dolor en animales hospitalizados, postquirúrgicos y medicados. Sin embargo, a pesar del conocimiento de las escalas de evaluación del dolor disponibles y validadas, su uso sigue siendo poco común entre los veterinarios. Los factores que dificultan su adopción incluyen la falta de una rutina de práctica establecida, las limitaciones de tiempo y el personal limitado. La falta de formación es una de las principales razones citadas por los veterinarios que no utilizan estas escalas.

Las respuestas recogidas son una representación razonable de los veterinarios de pequeños animales en España (13) y proporcionan una descripción de sus actitudes hacia el dolor. Al igual que en otras encuestas de opinión (1, 6-8), las mujeres encuestadas predominan sobre los hombres y es coherente con la proporción de mujeres veterinarias en España (12). Las respuestas regionales, más altas en las zonas de Madrid y Cataluña, reflejan el mayor número de prácticas con pequeños animales (13). La mayoría de los encuestados reconocieron algún grado de especialización en medicina interna, cirugía y anestesia y analgesia, probablemente debido a su mayor participación en el manejo del dolor, y principalmente a la práctica en consultorios veterinarios de animales pequeños de tamaño mediano (69%).

Los veterinarios están cada vez más preocupados por el dolor (7, 8, 14-16), alejándose de la creencia de que el dolor podría ser útil en pacientes postquirúrgicos, que era sostenida por los veterinarios unos 20 años antes en países como el Reino Unido (17) o Finlandia (18). La mayoría de los encuestados consideraron que los perros y los gatos experimentan dolor en una medida similar (71%), aunque la administración de analgésicos a los gatos podría ser menor que a los perros, probablemente debido a la relativa dificultad que los veterinarios podrían tener para reconocer y evaluar el dolor en los gatos (8, 16). De hecho, esto no significa que los gatos perciban menos dolor que los perros simplemente porque los humanos no puedan reconocer o evaluar su dolor de la misma manera. No todas las especies muestran signos evidentes de dolor y las que lo hacen pueden diferir entre ellas. Esto podría explicar por qué confiar en los métodos de evaluación clínica puede subrayar el dolor en especies como los felinos. El dolor debe considerarse el cuarto signo vital a evaluar, después de la temperatura corporal, el pulso y la frecuencia respiratoria (2, 3), y es consistente con la alta tasa de veterinarios que evalúan el dolor en todos los pacientes.

La mayoría de los veterinarios encuestados (85%) informaron que evaluaban el dolor en sus pacientes, ya sea siempre o ante la más mínima indicación de dolor leve. Sin embargo, cuando se les preguntó si estaban evaluando el dolor en pacientes postoperatorios de forma rutinaria, menos de la mitad de los encuestados (44%) evaluaron el dolor en todos los pacientes. Dicha discrepancia puede reflejar la confianza en la evaluación clínica del dolor y el reconocimiento de los signos de dolor. Sin embargo, la evaluación clínica estándar del dolor carece de la validación necesaria, y no hay ningún signo singular de dolor en los animales, ya sea conductual, fisiológico o endocrino, lo que plantea preocupaciones sobre su eficacia para garantizar un manejo adecuado del dolor. Dado que el éxito de un protocolo analgésico depende en gran medida de una evaluación precisa del dolor, abogamos firmemente por el uso generalizado de escalas de dolor validadas entre los clínicos, previniendo o reduciendo en gran medida las alteraciones relacionadas con el dolor (2). Después de la cirugía, los veterinarios evaluaron inicialmente el dolor con más frecuencia y, posteriormente, cada 4 a 6 horas o durante las evaluaciones de rutina. La frecuencia de evaluación depende de la intensidad del dolor de cada paciente y puede realizarse cada 2-4 h, dependiendo también de los fármacos analgésicos utilizados (2).

Es sorprendente que el 6% de los veterinarios en este estudio informaron que no evaluaron el dolor en pacientes hospitalizados o postoperatorios y sugieren que aún se requiere más capacitación en el manejo del dolor. También se ha observado una tasa similar entre los veterinarios suizos (19). La mayoría de las respuestas informaron de la evaluación de la eficacia de dosis analgésicas adicionales a los 30-60 min. Lo ideal es que la reevaluación comience a partir de los 30 minutos posteriores a la administración de medicamentos analgésicos (9).

Cada vez hay más conocimiento de las herramientas de evaluación del dolor entre los veterinarios. En 2004, sólo el 27% de los veterinarios franceses conocían las escalas de dolor (14), mientras que el 82% de los encuestados españoles las reconocían en la presente encuesta. Es probable que este aumento sea el resultado del desarrollo y la difusión clínica de dichas escalas en los últimos años (20). Como era de esperar, los encuestados que informaron sobre la especialización eran más propensos a utilizar escalas de dolor, en particular las especializadas en anestesia y analgesia. Estos hallazgos sugieren que la formación en la evaluación del dolor debe dirigirse principalmente a los veterinarios no especializados o al médico general.

Entre las escalas de dolor, se han desarrollado escalas de dolor multidimensionales que mejoran la evaluación y el manejo del dolor, donde se prefieren las escalas validadas (20-23). Sin embargo, su uso es subóptimo (1, 6), ya que solo el 28% de los encuestados españoles declara su uso. Estudios previos informaron de un uso del 10% por parte de los profesionales canadienses (24), o del 20% por parte de los australianos (25), pero la evidencia reciente entre los profesionales estadounidenses indica que el uso del dolor se acerca al 50% (5). Estos datos sugieren claramente una mayor preocupación por parte de los profesionales sobre el uso de métodos de evaluación del dolor más fiables (24). La falta de capacitación se percibió como el principal factor limitante, seguido de la falta de tiempo y personal, para el uso de escalas validadas por parte de los encuestados que aún no las utilizaban. Estos factores se reportan comúnmente en encuestas similares (5, 24, 26, 27). La disposición de la mayoría de los veterinarios que no utilizan escalas de evaluación del dolor (85%) a considerarlas en su práctica debe considerarse una oportunidad para establecer programas de formación adecuados (23). La duración requerida para la realización de las escalas de dolor ha sido otro factor limitante percibido (5). Sin embargo, el CMPS de Glasgow en su forma abreviada (CMPS-SF) solo requiere 2 min, incluso menos con suficiente experiencia (28). Otro factor limitante percibido fue la dificultad prevista para la integración de estas escalas en la rutina de la práctica, junto con la falta de cumplimiento (5, 28).

La utilidad de las escalas de evaluación del dolor es muy apreciada por los encuestados que las utilizan, en su mayoría siempre o con frecuencia. En una encuesta realizada entre veterinarios de EE.UU., casi la mitad de los encuestados (48%) informaron del uso rutinario de escalas de dolor después de una cirugía o en procedimientos dolorosos, y un 16% adicional de los encuestados las utilizaba a veces (5). Estos resultados sugieren que una vez que los veterinarios se familiarizan con las escamas, se inclinan a usarlas regularmente, aunque esto probablemente incluya a los veterinarios más motivados o conscientes del dolor. La introducción clínica de las escalas de dolor puede verse facilitada por escalas con un umbral para la administración de analgésicos o la modificación de la terapia actual para reducir el dolor. El CMPS de Glasgow es un ejemplo, con un umbral de 6 de los 24 puntos máximos que guían la terapia del paciente (21).

La escala de evaluación del dolor para perros más utilizada por los encuestados españoles fue la CMPS de Glasgow (94%), seguida, en mucha menor medida, por la escala de dolor de la Universidad Estatal de Colorado (14%). Esta cifra es superior al uso previamente reportado de la escala CMPS de Glasgow (44%) (1), pero sugiere el uso generalizado de esta escala, respaldada por el respaldo científico, la validación y la disponibilidad en siete idiomas, incluido el español, lo que la hace adecuada para diferentes ubicaciones geográficas (2). Curiosamente, en los EE.UU., la escala de dolor de la Universidad Estatal de Colorado, no validada, fue considerada la mejor herramienta por el 37% de la población encuestada, seguida de la escala de calificación numérica (17%) y la CMPS de Glasgow (12%) (5), lo que probablemente refleja diferencias geográficas. En gatos, la escala más utilizada entre los encuestados fue la Escala de Muecas Felinas (FGS), seguida por la Glasgow Feline CMPS y la Escala Multidimensional de Dolor Felino de la Universidad de São Paulo en su forma abreviada (UFEPS-SF). La FGS, basada en las expresiones faciales, se puede aplicar a cualquier tipo de dolor agudo; Es una herramienta validada y fácilmente interpretable que no requiere interacción directa y tiene un valor de corte, lo que puede contribuir a su uso favorecido. El Glasgow Feline CMPS está disponible en inglés y español, y el UFEPS-SF está disponible en español y en otros siete idiomas (2). Al ser la primera escala validada, la UFEPS-SF es considerada el «estándar de oro» para la puntuación del dolor en gatos, con altas tasas de especificidad y sensibilidad (28). En general, las respuestas de la presente encuesta indican una preferencia por parte de los veterinarios españoles que utilizan escalas de evaluación del dolor por aquellas que están validadas.

Entre las limitaciones reportadas para el uso de herramientas de evaluación del dolor se encuentran la falta de rutina, tiempo y personal, estas dos últimas reportadas anteriormente (5). Aunque está mejorando, la formación para evaluar el dolor aún no es suficiente para la educación veterinaria de pregrado (8) y, por lo tanto, se percibe como uno de los factores más limitantes, probablemente más alto entre los veterinarios de mayor edad. La confiabilidad no fue una preocupación de los encuestados en la encuesta, aunque este factor ha sido considerado por los veterinarios estadounidenses (5) y puede reflejar el mayor uso de escalas de dolor unidimensionales, como la escala de calificación numérica, asociada con una mayor variabilidad interobservador (29, 30).

Las actitudes de los veterinarios tienen un impacto directo y relevante en la calidad de vida y el bienestar de sus pacientes (31). Tales actitudes involucran no solo las relacionadas con el dolor y su alivio, sino también procedimientos comunes como las prácticas de manejo o manipulación. Los refinamientos pueden incluir la provisión de un ambiente tranquilo (32) o la presencia del propietario (33), entre otros, y pueden reducir en gran medida el estrés durante la práctica veterinaria (34). Sin embargo, estas prácticas no se realizan de forma rutinaria y las barreras percibidas para su implementación en la práctica veterinaria pueden estar relacionadas con aspectos constructivos, pero también con limitaciones de tiempo (31). Aunque esta última barrera percibida también ha sido reportada por veterinarios españoles para implementar escalas de dolor, la falta de entrenamiento se percibe como el principal factor.

Los veterinarios también son relevantes para proporcionar a los propietarios los conocimientos y habilidades que promueven el bienestar de sus mascotas en el hogar (34). Involucrar a los dueños de mascotas en el reconocimiento del dolor es cada vez más relevante, ya que serán responsables del cuidado de sus mascotas después del alta. En esta encuesta, la mayoría de los veterinarios programan citas de seguimiento, y un tercio recomendó a los propietarios que se pusieran en contacto con ellos si reconocían dolor en sus mascotas. Para ello es necesario dotarles de herramientas para reconocer e incluso evaluar el dolor, y es previsible que este sea el siguiente paso (4, 35). Hay sitios web (por ejemplo, https://animalpain.org/; https://www.metacam-painscale.co.uk/; https://bbraunteayuda.com/) y aplicaciones disponibles (https://www.sylvester.ai/cat-owners) que adaptan las básculas existentes a las plataformas en línea, lo que permite tanto a los veterinarios como a los propietarios controlar el dolor en perros y gatos. Más de la mitad de los veterinarios de esta encuesta desconocían estas herramientas. La aplicación «Feline Grimace Scale (FGS)», desarrollada por la Universidad de Montreal, proporciona puntuaciones precisas de dolor cuando los propietarios la utilizan (35). Este recurso fue el más reconocido por los veterinarios españoles (35%). Sin embargo, la mayoría de los recursos están en inglés (36) y pueden limitar su uso por parte de veterinarios nativos no ingleses (6).

Es importante tener en cuenta que la encuesta tiene limitaciones. El tamaño de la muestra fue de solo 292 encuestados, aunque la precisión estimada fue de entre el 6 y el 11%, dependiendo del número de respuestas. Las respuestas también pueden estar influenciadas por el hecho de que aquellos más preocupados por el dolor eran más propensos a responder. Por lo tanto, las prácticas de puntuación del dolor pueden estar sobreestimadas. La distribución del cuestionario a través de asociaciones y empresas seleccionadas en las que el registro no es obligatorio puede introducir sesgos en los resultados. Por otro lado, se espera que los miembros de las dos asociaciones involucradas acrediten el valor profesional de sus iniciativas y actividades científicas. Ambos celebran los dos principales congresos científicos en España para veterinarios de pequeños animales y la distribución de la encuesta fue previamente revisada y aprobada por sus comités científicos. Las dos compañías veterinarias seleccionadas ocupan puestos de renombre en el campo veterinario y han llevado a cabo actividades similares para medir las actitudes de los veterinarios hacia el dolor.

En resumen, nuestra investigación reveló un nivel sustancial de preocupación entre los médicos con respecto a la evaluación del dolor como el método óptimo para garantizar un tratamiento eficaz del dolor. Los médicos están bien informados sobre la existencia de herramientas nuevas, sencillas y validadas dentro del entorno clínico. Sin embargo, existe una brecha entre sus creencias y su aplicación a la práctica clínica. Los veterinarios confían principalmente en los métodos clínicos poco específicos y sensibles, lo que puede conducir a un dolor subrayado y, probablemente, a un tratamiento analgésico subóptimo. Este hecho debe ser entendido por el médico general para facilitar la implementación de mejores herramientas de evaluación. Además, las barreras comúnmente percibidas deberían ser de menor importancia, ya que no se necesitan recursos adicionales y la reducción del tiempo requerido para evaluar el dolor con la mayoría de las escalas validadas no aumenta significativamente la carga clínica de las evaluaciones clínicas de rutina. Por último, pero no por ello menos importante, los encuestados ya reconocen la necesidad de formación en la utilización de estas herramientas. Además de la capacitación formal, los veterinarios pueden beneficiarse de recursos relacionados con el dolor con tutoriales en línea (p. ej., www.animalpain.org) o herramientas traducidas validadas cuando corresponda (p. ej., español). Esta actitud positiva hacia la formación requiere la respuesta adecuada de las asociaciones profesionales, instando al desarrollo de un programa integral de formación en evaluación del dolor, que involucre no solo a los veterinarios, sino también a los técnicos y propietarios.

En conclusión, los veterinarios españoles de pequeños animales expresan una gran preocupación por el dolor en perros y gatos y emplean diversos métodos para la evaluación del dolor. Sin embargo, el uso de escalas validadas de evaluación del dolor fue limitado, principalmente debido a factores como la falta de rutina de práctica, tiempo y personal. La mayoría de los veterinarios que actualmente no utilizan estas escalas expresan interés en adoptarlas, lo que indica la necesidad de capacitación. Las básculas más utilizadas fueron la Glasgow CMPS para perros y la FGS para gatos. Además, como conclusión principal, es necesaria una mayor formación de los veterinarios para garantizar una mejora en la calidad de vida de nuestros pacientes.

Declaración de disponibilidad de datos

Los datos brutos que respaldan las conclusiones de este artículo serán puestos a disposición por los autores, sin reservas indebidas.

Contribuciones de los autores

SM: Investigación, Metodología, Redacción – revisión y edición. MC: Conceptualización, Investigación, Supervisión, Escritura – Revisión y Edición. IG: Conceptualización, Investigación, Administración de Proyectos, Supervisión, Redacción – borrador original, Redacción – revisión y edición.

Financiación

El/los autor/es declara(n) haber recibido apoyo financiero para la investigación, autoría y/o publicación de este artículo. El convenio Zoetis – Universidad Complutense para apoyar el Manejo del Dolor en Animales financió esta publicación como Acceso Abierto.

Conflicto de intereses

Los autores declaran que la investigación se llevó a cabo en ausencia de relaciones comerciales o financieras que pudieran interpretarse como un posible conflicto de intereses.

Nota del editor

Todas las afirmaciones expresadas en este artículo son únicamente las de los autores y no representan necesariamente las de sus organizaciones afiliadas, ni las del editor, los editores y los revisores. Cualquier producto que pueda ser evaluado en este artículo, o afirmación que pueda ser hecha por su fabricante, no está garantizado ni respaldado por el editor.

Material complementario

El material complementario para este artículo se puede encontrar en línea en: https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fvets.2023.1302528/full#supplementary-material

Notas

1. ^https://www.avepa.org

2. ^https://www.surveymonkey.com/mp/margin-of-error-calculator/

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Palabras clave: dolor agudo, evaluación, escalas conductuales de dolor, escala de dolor de medida compuesta de Glasgow, escala de muecas felinas, perros, gatos, encuesta

Cita: Menéndez S, Cabezas MA y Gomez de Segura IA (2023) Actitudes ante el dolor agudo y el uso de escalas de evaluación del dolor entre los veterinarios españoles de pequeños animales. Frente. Vet. Sci. 10:1302528. doi: 10.3389/fvets.2023.1302528

Recibido: 26 de septiembre de 2023; Aceptado: 13 de noviembre de 2023;
Publicado: 18 diciembre 2023.

Editado por:

Ismael Hernández Ávalos, Universidad Nacional Autónoma de México, México

Revisado por:

Adriana Domínguez-Oliva, Universidad Autónoma Metropolitana, México Patricia Mora-Medina, Universidad Nacional Autónoma de México, México

Copyright © 2023 Menéndez, Cabezas y Gomez de Segura. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la Licencia Creative Commons Attribution License (CC BY).

*Correspondencia: Ignacio A. Gómez de Segura, ialvarez@ucm.es

Estos autores han contribuido igualmente a este trabajo

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