Actualización de los protocolos vacunales en perros y gatos

Resumen

En medicina veterinaria, diferentes guías de vacunación en perros y gatos, basadas en evidencias científicas, han sido elaboradas por diferentes organizaciones. La situación epidemiológica, legal y económica difiere entre países, además las condiciones de vida de los animales varían individualmente, es por ello que estas directrices deben ser interpretadas por el veterinario clínico como una referencia para desarrollar programas vacunales individuales para cada paciente.

Estas guías son actualizadas regularmente y en el presente artículo se realiza una revisión de las directrices internacionales del grupo de directrices de vacunación (VGG) de World Small Animal Veterinary Association (WSAVA) del año 2016 y de American Association of Feline Practicioners (AAFP) del año 20131,2.

Estas actualizaciones incluyen aspectos como: un enfoque de las recomendaciones basándose en evidencias científicas, cambios en el calendario vacunal de cachorros y gatitos teniendo en cuenta la persistencia de anticuerpos maternos, recomendación de adelantar la vacuna de refuerzo de los 12 meses de edad a los 6 meses, discusión de los intervalos de vacunación en gatos adultos que reciben vacunas de virus vivos modificados contra herpesvirus felino y calicivirus felino, inclusión de aspectos sobre nuevas vacunas como Bordetella bronchiseptica para perros o vacunas de Leptospira con múltiples serogrupos y consideraciones sobre la localización anatómica óptima para la vacunación en gatos.

Temas actuales en vacunología de pequeños animales

Los beneficios de la vacunación son indiscutibles, tanto para la salud humana como animal. Los programas de vacunación han tenido un gran impacto positivo sobre el control y erradicación muchas enfermedades infecciosas. 

La vacunación es la forma más barata y eficiente de controlar una enfermedad infecciosa, aún así deben evaluarse riesgos y beneficios y sólo deben ser vacunados animales sanos, por ello es fundamental una historia clínica detallada y exploración exhaustiva del paciente.  Asimismo, se debe enfatizar el concepto de “controles regulares de salud” normalmente anuales y no necesariamente unido a la administración de una vacuna. No obstante, en estos controles se puede incluir la aplicación de vacunas no esenciales, puesto que su duración mínima de inmunidad (DOI) generalmente es de un año.

La DOI en cada animal va a depender de la edad (animales menores de un año y ancianos responden peor), raza (los perros pequeños seroconvierten mejor que los grandes), enfermedades, administración de fármacos inmunosupresores, malnutrición o situaciones estresantes. Por todo ello lo ideal sería hacer serología periódicamente y ver en que momento es necesario vacunar.

Se debe tratar de reducir “la carga vacunal” individual, buscando minimizar las reacciones adversas y evitar procedimientos médicos injustificados. Para ello, se elaboran pautas basadas en un análisis racional de los requisitos de vacunación para cada animal y se dividen las vacunas en esenciales, no esenciales. Vacunas esenciales son aquellas que deben recibir todos los perros y gatos independientemente del lugar geográfico en el que vivan o de sus hábitos de vida. Protegen contra enfermedades de distribución mundial y potencialmente mortales. Vacunas no esenciales, se refieren a aquellas en las que se valorará el riesgo-beneficio en cada caso particular. El riesgo de exposición, de contagio a otros animales, de reacción a la vacunación y el beneficio de protección para ese animal y los de su entorno. Este análisis se debe plantear con el responsable de la mascota y crear un calendario vacunal individualizado en el que se sienta implicado. 

Los anticuerpos maternos (MDA) interfieren en la respuesta efectiva de los cachorros y gatitos a la vacunación. Los niveles de MDA varían con el estado inmunitario de la madre pero también con la cantidad de calostro ingerido. Esta variabilidad es el motivo por el que se recomienda no finalizar la pauta vacunal de cachorros y gatitos antes de las 16 semanas de edad, seguido de un refuerzo a los 6 meses y al año de edad. De esta manera, el número de vacunas que reciba un cachorro o un gatito depende de la edad a la que se inicie la pauta vacunal. 

Se resalta la importancia de que los veterinarios reporten las reacciones adversas. Los fabricantes y/o las autoridades reguladoras deben ser informados de los posibles efectos adversos con el objetivo de mejorar la seguridad de las vacunas.

La vacuna ideal debería poseer un alto poder antigénico y carecer de efectos secundarios adversos, a menudo hechos incompatibles.

Las vacunas que tenemos en el mercado pueden ser: 

  • Inactivadas: la capacidad antigénica del microorganismo debe permanecer lo más similar posible a los organismos vivos. Se inactivan con formaldehido, alcohol o acetonas. Un ejemplo, son las bacterias inactivadas (bacterinas) o las toxinas inactivadas (toxoides). Son estables en almacenamiento, no se replican en el receptor, no se diseminan a otros animales y son seguras en pacientes inmunodeficientes.
  • Vivas atenuadas: el microorganismo sigue vivo pero se atenúa la virulencia. El método más empleado ha sido el crecimiento prolongado en cultivo tisular en células de las especies que van a ser vacunadas, tratando de reducir el rechazo a tejidos extraños. El cultivo se realiza en células a las cuales no está adaptado. Por ejemplo, el virus de moquillo canino que tiene afinidad por las células linfoides, se cultiva en células renales caninas. Actualmente ya se atenúan por manipulación genética.
  • Antígenos generados genéticamente:
    • Subunidades purificadas: se aísla el ADN que codifica el antígeno de interés, se inserta en una bacteria, levadura u otra célula donde se expresa el antígeno recombinante y se produce en grandes cantidades. Se recoge, se purifica y se incorpora a una vacuna. Son útiles cuando se necesita sintetizar antígeno en grandes cantidades pero a menudo son malos antígenos (no son presentados de forma eficaz por las células presentadoras de antígenos). La primera vacuna de este tipo en el mercado fue la de leucemia que se mezclaba con una saponina.
    • Microorganismos atenuados genéticamente: se atenúa el virus eliminando un gen necesario para la virulencia. Los genes que codifican los principales antígenos detectados mediante técnicas serológicas también se pueden eliminar, asegurando que los animales vacunados se puedan distinguir de los que han sido infectados naturalmente.
    • Microorganismos vivos recombinantes: se clonan los genes que codifican proteínas antigénicas en una variedad del microorganismo y en lugar de purificarlos se administra el propio microorganismo recombinante como vacuna. Vacuna leucemia canaripox.
    • Vacunas de ácidos nucleicos: inoculación, no del antígeno, sino del ADN que codifica al antígeno extraño3.

Programa de vacunación perros

Vacunas esenciales

Parvovirus canino tipo 2(CPV 2), distemper (moquillo) canino (CDV) y adenovirus canino (CAV tipos 1 y 2).  Se debe iniciar la pauta vacunal entre las 6-8 semanas de edad y revacunar cada 2-4 semanas, administrando la última dosis superadas las 16 semanas. Se recomienda revacunar a los 6 o 12 meses de edad y posteriormente no más frecuente que cada 3 años. En caso de iniciar la pauta en animales adultos, los fabricantes generalmente recomiendan 2 dosis separadas 2-4 semanas, pero una única dosis se considera protectora.

También se reconoce como esencial la vacunación frente al virus de la rabia en determinados países y zonas geográficas, siendo además un requisito legal en muchos países y, por lo general, necesaria para realizar viajes internacionales. Se debe administrar una dosis a las 12 semanas de edad (revacunar a las 2-4 semanas en zonas de elevado riesgo). Existen diferentes vacunas con diferente duración de inmunidad, entre 1 y 3 años, que determinan el intervalo entre vacunaciones. Sin embargo, en ciertas áreas puede estar determinado por ley. Si se inicia la vacunación en edad adulta se administra una dosis única4.

Vacunas no esenciales

Leptospira: la leptospirosis está producida por diferentes serovares de la bacteria Leptospira. Tradicionalmente las vacunas se formulaban frente a Leptospira Icterohaemorrhagiae y Canicola, sin embargo, en los últimos años, basándose en los nuevos estudios epidemiológicos sobre la enfermedad en Europa, se incluyen en algunas de ellas las serovares Bratislava y Grippotyphosa. Actualmente en Europa se deberían utilizar las vacunas que incluyan las 4 serovares. 

La vacunación se inicia a las 8 semanas de edad, administrando una segunda dosis a las 2-4 semanas y revacunando anualmente. En caso de iniciar la pauta en animales adultos, son necesarias 2 dosis separadas 2-4 semanas para garantizar una correcta inmunidad.

Además, se trata de una importante zoonosis, por lo que la vacunación de animales de compañía frente a la misma adquiere una gran importancia en aquellas zonas en las que esté presente la enfermedad.

Parainfluenza: la vacuna frente al este virus puede administrarse via parenteral o intranasal (esta última en combinación con Bordetella Bronchiseptica). En caso de utilizar la forma parenteral, se inicia a las 6-8 semanas de edad, revacunando cada 2-4 semanas hasta superar las 16 semanas. En este caso es necesaria la revacunación anual. En aquellos casos en los que se inicia la pauta de adulto una dosis se considera protectora, aunque muchos fabricantes aconsejan dos dosis separadas 2-4 semanas. Es preferible la utilización de la vía intranasal.

Bordetella bronchiseptica: su uso estará recomendado en función de la incidencia de la enfermedad de cada zona geográfica, así como el estilo de vida de cada individuo. Por ejemplo, en ambientes donde conviven muchos perros, participación frecuente en encuentros caninos, concursos o uso habitual de “guarderías”.

Existen vacunas intranasales, orales y parenterales, si bien se prefieren las dos primeras.  Así mismo, en la forma intranasal, puede ser sola o en combinación con parainfluenza o parainflueza + adenoviruso tipo 2.

Se administra una única dosis a las 3 semanas de edad, revacunando anualmente. En casos de muy elevado riesgo puede estar recomendada la revacunación con mayor frecuencia.

Babesia: Existe en Europa una vacuna frente a la piroplasmosis, que protege a los perros frente a la infección por Babesia canis canis. No previene la infección, sin embargo bloquea el inicio de muchos procesos patológicos que puede causar la Babesiosis, evitando la aparición de signos clínicos o reduciendo mucho su gravedad. Solamente es eficaz frente a la infección por Babesia canis canis, sin que produzca protección cruzada frente a otras especies de Babesia. 

Esta vacuna ha demostrado beneficios en animales inmunodeprimidos, reconocidos como un grupo de alto riesgo. Sin embargo, los beneficios en otros animales son menos alentadores.

Se administran 2 inyecciones subcutáneas con un intervalo de 3-4 semanas, para posteriormente revacunar cada 6 meses.

Leishmania: actualmente disponemos de 2 vacunas frente a Leishmania infantun. No previenen de la infección, pero reducen la probabilidad de desarrollar la enfermedad estimulando la respuesta celular frente al protozoo en caso de entrar en el organismo. Su eficacia es de un 67 – 70 %. 

Para una de ellas, es necesario administrar 3 dosis separadas 3 semanas en primovacunación, mientras que con la otra se inicia la pauta con una sola dosis. En ambos casos se revacuna anualmente y no se recomienda la vacunación de perros menores de 6 meses.

Herpesvirus: la administración de la vacuna frente a herpesvirus en hembras gestantes protege de la infección a la camada, disminuyendo la mortalidad y la aparición de signos clínicos y lesiones producidas por este virus durante los primeros días de vida. 

Se administra una dosis durante el celo o bien 7-10 días después de la monta y una segunda dosis 1 o 2 semanas antes de la fecha prevista de parto. La revacunación será necesaria en cada gestación siguiendo la misma pauta.


Programa de vacunación en gatos

Vacunas esenciales 

Parvovirus felino o panleucopenia (FPV), calivicivirus (FCV) y herpervirus (FHV). La vacunación inicial del gatito se comienza a las 8 semanas de vida, pudiendo ser antes en casos especiales de gatitos huérfanos. Se revacuna cada 2-4 semanas, hasta la semana 16 de vida, poniendo de esta manera entre 2 y 5 dosis en función de cómo se estableciese la pauta. Posteriormente, se revacuna a las 26 o 52 semanas y se continua de manera trianual. En el caso de gatos expuestos a riesgo de calicivirus o herpesvirus, la recomendación está en vacunar anualmente. Si se trata de un gato adulto que se vacune por primera vez, se pondrán dos dosis con un intervalo de 2 a 4 semanas y luego se sigue la misma pauta anteriormente citada. 

Caso especial es el de la vacunación de la rabia, en el que depende de los requerimientos legales de cada zona. Es considerada una vacuna esencial donde la enfermedad es endémica, se administra la primera dosis a partir de las 12 semanas de edad y se revacuna al año; los refuerzos posteriores los indica la legislación vigente.

Vacunas no esenciales

Leucemia felina, chlamydophila felis y bordetella bronchiseptica. 

En el caso de la vacuna de leucemia felina solo se debe vacunar los gatos negativos a FeLV, aconsejándose realizar antes el test para evitar vacunaciones innecesarias. Se puede administrar la primera dosis a partir de las 8 semanas de vida, y se revacuna a las 3-4 semanas y al año de edad; luego, cada dos o tres años en gatos que viven en ambientes de riesgo. 

Chlamydia felis se aconseja en los casos donde hay riesgo de exposición constante, como parte de régimen de control.  Se administra la primera dosis a partir de las 9 semanas de edad y se revacuna a las 2-4 semanas, se continúa una pauta anual si sigue existiendo riesgo. En gatos adultos la primovacunación son dos dosis al igual que en jóvenes.

Se clasifican también algunas vacunas como no recomendables, aquellas en las que no se dispone de suficiente evidencia científica que justifique su uso, como es el caso de la vacunación de peritonitis infecciosa felina. Según los datos de los estudios disponibles hasta el momento, solo los gatos que son seronegativos a coronavirus pueden desarrollar algún tipo de inmunidad, y son pocos los gatos negativos a coronavirus con 16 semanas de edad5. Se trata de una vacuna intranasal que se puede poner a partir de las 16 semanas, dos dosis separadas 3-4 semanas, y se revacuna de forma anual.  

Algunas de las consideraciones a tener en cuenta a la hora de vacunar a un gato es su estado sanitario frente a retrovirus. Un gato positivo a FeLV o FIV clínicamente sano se debe de vacunar con vacuna inactivada trivalente (FPV, FCV y HFV). Por el contrario, si tienen síntomas clínicos, no deber ser vacunado.

En cuanto al sitio de vacunación hay una serie de recomendaciones para evitar en la medida de lo posible la aparición de sarcoma de punto de inyección, entre las que se incluyen: registrar el sitio de vacunación y rotarlo cada año, siempre que sea posible administrar vacunas sin adyuvante, y no hacerlo en zona interescapular (por ejemplo, en abdomen lateral, o en zonas donde la extirpación sería más exitosa, como la cola o partes más distales de las extremidades). Ante la sospecha de aparición de sarcoma asociado a punto de inyección derivado de la administración de una vacuna de debe informar al fabricante o al canal de sospecha de reacciones adversas nacional.

Se estima que solo entre un 30 y un 50% de los animales de compañía de países desarrollados están correctamente vacunados. En nuestro país la tendencia era ascendente, aunque en los últimos años ha habido un retroceso debido a la recesión económica mundial posterior a 2008. En medicina de pequeños animales hemos tardado en entender el significado de “inmunidad de rebaño” relacionada con el uso de vacunas esenciales. Vacunar un animal no sólo le protege a él sinó que ayuda a reducir la prevalencia de una enfermedad infecciosa en una comunidad, no es tan importante el numero de veces que se vacuna un animal (en el caso de vacunas esenciales en la perros) sino el numero de animales vacunados6.

Últimamente el concepto de “Salud Única” también se aplica a la vacunología. Un 60% de las enfermedades infecciosas humanas conocidas son de origen animal. El manejo y prevención de enfermedades infecciosas debe involucrar la colaboración de profesionales de la salud médica humana, animal y del medio ambiente ya que sólo así preservaremos nuestro futuro.

Autores

D. García Martínez1, M. Gómez Gómez1, E. Diéguez Ordóñez1 

1. Hospital Veterinario Abros. Parque Empresarial Pereiro de Aguiar, Ourense.

Bibliografía

  1. M. J. Day, M. C. Horzinek, R. D. Schultz; WSAVA Global Veterinary Community; Vaccination Guidelines Group. Journal of Small Animal Practice; (57); 2016.
  2. M. A. Scherk, R. B. Ford, R. M: Gaskell et al.; 2013 AAFP feline vaccination advisory panel report; JFMS clinical practice. p. 785-808.
  3. I. R. Tizard; Introducción a la inmunología veterinaria; 8ª Ed. Elsevier Saunders; 2009. Vacunas y su producción. p. 255-270.
  4. E. Thiry; Virología clínica del perro y del gato. Ed. Mayo. 2016. p.67.
  5. M. L. Palmero, V. Carballes; Enfermedades infecciosas felinas. Grupo Asis Biomedia S.L.; 2010.
  6. R. B. Ford, L. J. Larson, K. D. McClure et al.; 2017 AAHA canine vaccination guidelines; Trends Magazine; p. 26-35.