El adelanto de las plagas de procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa), un pequeño insecto con un impacto devastador sobre los árboles que colonizan y que además pueden generar fuertes reacciones alérgicas tanto en personas como en animales, es consecuencia del cambio climático según la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA).

El cambio climático ha cerrado el mes de enero con temperaturas, en algunas zonas de España, de hasta por encima de los 30ºC, unas condiciones que según la asociación fomentan el adelanto de estas plagas. «Es una tendencia que venimos observando en los últimos años», ha señalado Jorge Galván, director general de ANECPLA.

En declaraciones a Europa Press Televisión, Galván ha destacado que estos insectos no pueden vivir de su propia temperatura y necesitan la temperatura del medio para desarrollarse. Por ello, con el cambio climático tienen más tiempo para reproducirse porque hay más épocas de «bonanza» de temperatura. Además, ha recalcado que están apareciendo en regiones donde antes no aparecían. «Las estamos encontrando antes de tiempo y además en más lugares», ha explicado.

Por ello, desde la asociación consideran alertan a las Administraciones locales de la importancia de contemplar entre sus actuaciones imprescindibles campañas de prevención anuales que se ejecuten en la temporada de otoño, y que contribuyan a minimizar los perjudiciales efectos de esta plaga.

«Al alimentarse del pino, sabemos donde está ubicada», ha señalado Galván recordando que de esta manera, conociendo su ubicación, se puede actuar antes de que haya salido la oruga, «la causante del daño en humanos y animales», evitando además el daño en masas forestales. «No mata al árbol, pero con su alimentación (desfoliación) lo debilita y hace que las masas forestales sean más propensas a coger otras enfermedades», ha señalado.

Desde ANECPLA advierten que apenas un mínimo contacto con la oruga procesionaria puede generar desde dermatitis a lesiones oculares, pasando por urticarias y reacciones alérgicas. En el caso de los animales de compañía, especialmente de los perros, este contacto puede llegar incluso a provocar su muerte.

Y es que muchas veces es frecuente que los perros, movidos por la curiosidad, se acerquen a olisquear estas orugas a fin de identificarlas. Un mínimo contacto puede ocasionar al animal síntomas como inflamación, picores intensos y abundante salivación. Si llegaran a comérselas (lo cual no es extraño si previamente las han llegado a tocar con las patas y, debido a la picazón que les genera en ellas, se lamen), la ingestión del tóxico que lleva sus tricomas puede provocar la necrosis de lengua o garganta.