Entrevista a Jesús A. Gutiérrez, Vicepresidente y Responsable del Departamento de Asuntos Legales de CEVE

Para aquellos que no lo conozcan, ¿qué es CEVE y qué objetivos tiene?

CEVE es la Confederación Empresarial Veterinaria Española. Es la patronal del sector veterinario en España. Somos los representantes legales de la actividad económica veterinaria en España y formamos parte de la CEOE. El objetivo principal es la defensa de los intereses del sector, que se materializa en numerosas líneas de actuación. Por ejemplo, hemos sido firmantes del primer convenio colectivo de los centros y servicios veterinarios, hemos elaborado una guía de prevención de riesgos laborales, estamos luchando por el retorno del IVA veterinario al tipo reducido, formamos parte de varios grandes proyectos que tienen como misión el impulso de la economía del país, aportando nuestra visión de la transformación digital de sectores tan importantes como el sanitario o el agroganadero, estamos introduciendo la visión One Health en muchos textos normativos y estratégicos nacionales, como el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC), la Estrategia Estatal de Salud y Medio Ambiente (PESMA) o el Centro Estatal de Salud Pública.

Entre otras cosas, porque la verdad es que trabajo no nos falta. Claro, el otro tema candente en el que estamos posicionándonos con firmeza y claridad es en la necesidad de evolucionar la actual legislación de los medicamentos con destino a los animales.

Antes de profundizar en el asunto, ¿nos podrías decir qué diferencia hay entre el medicamento veterinario y el medicamento de uso, llamémosle humano?

Hay varias diferencias. La primera, obvia, es a quién va dirigido su uso, a los animales en el caso de los medicamentos veterinarios y a las personas en el caso de los de uso humano. La segunda es regulatoria. Aunque hay legislación compartida entre ambos tipos de medicamentos, porque todos ellos son fármacos, existe una regulación adicional propia para cada uno de ellos, que incluye desde el registro hasta el uso, pasando por la fabricación o la dispensación. Y en este sentido, el propio Reglamento (UE) 2019/6, sobre medicamentos veterinarios, reconoce que «las necesidades del sector de los medicamentos veterinarios difieren sustancialmente de las del sector de los medicamentos de uso humano. Por tanto, se considera oportuno elaborar un marco regulador que aborde las características y especificidades del sector veterinario, que no puede considerarse un modelo para el mercado de los medicamentos de uso humano».

También el Tribunal de Justica de la UE se ha pronunciado, en el sentido de que «el margen de apreciación de que disponen los Estados miembros en el comercio de medicamentos veterinarios y de productos similares no ha de tener necesariamente la misma amplitud que existe en materia de comercio de medicamentos para uso humano». Lo que viene a decir la UE es que, reconociendo ciertas similitudes, no debe existir una identidad en la gestión de los medicamentos veterinarios y los de uso humano.

Aceptando que hay un sobreuso de antibióticos, ¿no te parece que este exceso se ha producido más en el campo humano que en el nuestro? ¿Y por qué se nos ataca tanto a nosotros?

Este es un problema global, una de esas razones que justifican que defendamos que existe Una Sola Salud. Y la solución debe ser, por tanto, integral. Hay que reconocer que en el informe ESVAC de 2018 estamos en el podio de países de venta per capita de antibióticos veterinarios. Y hay que reconocer que los primeros puestos en esta lista están copados por los países que prohíben a los veterinarios la venta de medicamentos. Hay, por tanto, una relación de causa-efecto. Además de otras medidas, necesarias sin duda, es imprescindible que el comercio de los antibióticos recaiga en manos de los veterinarios. El Tribunal de Justicia de la UE lo ha expresado mejor que nadie cuando dice que «la exclusividad en el comercio de los medicamentos veterinario atribuida a los veterinarios constituye una medida idónea para garantizar la realización del objetivo de protección de la salud pública». Y nosotros añadimos que esto es también aplicable a la protección de la salud animal y el medio ambiente.

¿Cómo propugnáis que debería ser la metodología de uso del medicamento veterinario?

Cuando hablamos del uso de los medicamentos tenemos que tener en mente siempre tres objetivos de protección: Salud Pública, salud animal y salud medioambiental. Por tanto, el uso debe restringirse de tal forma que se garanticen estos objetivos de protección. Esto se tiene en cuenta, por ejemplo, para determinar si un medicamento veterinario es de prescripción obligatoria o no. O si es de aplicación directa por el veterinario o no. Es muy importante, en este sentido, que no existan botiquines caseros en las casas con sobrantes de prescripciones anteriores. Esto lleva a la “automedicación”, a la infra o la sobredosificación y a la generación de residuos.

¿Estáis a favor de que todo el proceso esté regido, ordenado y controlado por los veterinarios? ¿Por qué?

Por que no hay un profesional mejor preparado para ello. La respuesta es muy simple, porque es que la solución es muy simple. Salvo en los procedimientos de fabricación de los medicamentos, el veterinario recibe formación en el resto de pasos de la vida de un medicamento veterinario: investigación, prescripción, uso, conservación, administración, control de efectividad, de efectos adversos o toxicidad, control de residuos, etc. No hay otro profesional que pueda encargarse de esto.

¿Por qué creéis que los farmacéuticos quieren apropiarse de esta parte de nuestras competencias?

No creemos que los farmacéuticos tengan nada en contra de los veterinarios, pero sí creemos que la Organización Colegial Farmacéutica quiere todas las atribuciones posibles para sus representados. Es lícito, pero no es lógico, especialmente cuando además todas estas competencias las quieren para ellos en exclusividad. La mayoría de los farmacéuticos no quieren dispensar medicamentos veterinarios. Para ellos es un problema de gestión, de rentabilidad e, incluso, deontológico. La dispensación no es un simple intercambio de un producto a cambio de dinero.

La dispensación también sirve de control de la prescripción. Ello significa que ha de evaluar en cada caso si hay interacciones con otra medicación que el animal está tomando o si la dosis es adecuada para la patología concreta. Pero la dispensación verdadera es informada. Es decir, que debe proporcionar, incluso por escrito si así lo solicita el cliente, información sobre cómo administrar ese medicamento en ese animal en concreto. Y aquí estamos hablando del manejo de animales peligrosos, algunos de ellos con potencial capacidad para matar a una persona. Los farmacéuticos saben de sobra que ellos carecen de información suficiente para poder hacer una dispensación cumpliendo su propio código deontológico. La verdad es que haberles otorgado la dispensación de los medicamentos veterinarios es un problema legal para ellos. Es una situación que ha de corregirse por el bien de todos, pacientes, clientes, farmacéuticos y veterinarios.

¿Antibiótico o antibiograma?

Los dos. Y añadiría, la introducción paulatina como prueba habitual de la secuenciación genómica del microbioma animal para construir mapas epidemiológicos y poder rastrear verdaderamente la aparición de las antibiorresistencias. Solo conociendo los problemas en detalle se pueden aplicar soluciones óptimas e innovadoras. El control del uso de los antibióticos es absolutamente necesario. Pero hemos de ser conscientes de que las bacterias no esperan a los resultados de un antibiograma para agravar un cuadro clínico. Los Centros Sanitarios Veterinarios disponen de profesionales formados y cualificados para tomar la decisión de iniciar un tratamiento antibiótico a la espera de los resultados de laboratorio. Y pueden hacerlo afinando mucho su prescripción en base a los datos clínicos del proceso infeccioso y a los datos laboratoriales que pueden obtener casi inmediatamente.

No es nada infrecuente que hasta el más humilde consultorio disponga de técnicas de tinción, por lo que pueden identificar el tipo de agente presente, un bacilo gram negativo, por ejemplo, y proponer un tratamiento inicial con el antibiótico de referencia para ese tipo de bacterias en el órgano que esté siendo afectado. Con esto no quiero decir que el antibiograma no sea necesario. Al contrario, es el arma más poderosa que tenemos para afinar las prescripciones y evitar usos inadecuados de los antibióticos.

Por último, ¿sólo unidos llegaremos a ser más fuertes?

Es evidente. La Veterinaria ha seguido tradicionalmente la senda lógica de la especialización y de la territorialización. Así tenemos asociaciones profesionales de muy diversa índole y de muy diversos territorios. Esto tiene unas ciertas ventajas. Que los veterinarios clínicos de pequeños animales de Málaga, por ejemplo, se reúnan para mejorar su formación y condiciones particulares es bueno. De hecho, fue imprescindible en la época anterior a Internet. Pero, por el contrario, ha traído fragmentación. Ahora también somos más conscientes de que además del hecho profesional también existe el hecho empresarial veterinario.

No es lo mismo un veterinario empresario que un empresario veterinario. Y por otro lado están los veterinarios de las administraciones públicas. Por tanto, es evidente que el ámbito veterinario está debilitado simplemente por su fragmentación y por la, en muchas ocasiones, deficiente comunicación entre sus partes. Nosotros estamos proponiendo la creación de un lobby veterinario, donde tengan cabida todos los que forman parte de la Veterinaria, que nos permita posicionarnos con una voz coral pero unitaria ante los problemas complejos que nos acechan. Si logramos este objetivo sin duda podremos decir que la Veterinaria en España nunca habría sido tan fuerte.

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