Los Toros en Córdoba: De Manolete a “El Cordobés” y se acabó
Los Toros en Córdoba: De Manolete a “El Cordobés” y se acabó
¡Qué alegría, qué alboroto, año tras año, los que vivimos en la Sultana! La actividad que llaman arte y tradición es un fiel reflejo de lo que está cambiando en la ciudad y que el Excmo. Ayuntamiento, la Diputación y la Junta de Andalucía se niegan a reconocer.
Sin entrar a valorar la extensa historia de la tauromaquia en la ciudad, desde el siglo XV, con esas gamberradas de caballería chulesca que se daban en la Plaza de la Corredera, con festivales de alanceamiento a caballo de toros, como en Tordesillas, pasando por la flor y nata del toreo a pie, encumbrado por los llamados Califas del Toreo ya en el siglo XIX, hasta la pérdida del más grande torturador, muerto por aquellos que le envidiaban y que de niño no pudo tener otra infancia más feliz que apuntillar toros en el antiguo matadero cordobés en el barrio de Santamarina, todo eso queda para la historia de la ciudad. Sin embargo, sus ciudadanos han dicho hace tiempo «basta ya» de tanta violencia, sufrimiento y condescendencia con la actividad de matarife de primera categoría, pues la de segunda es la que se realiza en los mataderos homologados por la Unión Europea que cumplen todos los requisitos de bienestar animal, lo que adolece la actividad de la tauromaquia.
La evidencia está clara: pasamos de tener en la feria taurina unos 9 o 10 eventos taurinos a solo 3 y, encima, de baja calidad, porque todos los empresarios taurinos que han pisado el Coso de los Califas han tenido pérdidas que solo pueden compensar con las ayudas públicas que reciben.
Tiempos aquellos en que el Consistorio compraba entradas a estos empresarios para luego regalarlas entre sus allegados más directos, como familiares, amigos, autoridades universitarias, policiales, militares, religiosas y políticas. ¡Claro está! En un claro ejemplo de abuso de autoridad o, más claramente, de gasto de las arcas municipales para beneficiar a unos pocos amiguetes a cambio de favores. Esto lo han hecho, por activa o por pasiva, todos los grupos políticos que han llegado al Consistorio.
Ahora, con la ayuda de la Junta de Andalucía, que ha realizado un dispendio y un dislate imponiendo este tipo de actividad a sus gobernados como una obligación cultural para ser andaluz, le caen a estos empresarios millones de euros para sostener sus actividades empresariales deficitarias. Pero las ayudas van más allá, pues la Diputación y el Ayuntamiento guardan presupuestos de dinero público para otorgarlos graciosamente a unos pocos empresarios. La última cacicada: 60.000 euros de vellón para promocionar la feria taurina de Córdoba. A esto hay que sumar las prebendas a la empresa taurina, como la colocación de cartelería en mobiliario público, lo que prohíbe la ordenanza municipal, la celebración del pregón taurino en el círculo de la casposidad y otras muchas concesiones filibusteras y corsarias.
Como colofón, la designación de un nuevo director de los museos municipales, incluido el taurino. Un muchacho que dice no saber de toros, pero que su padre y su familia lo son, viene a sustituir a la anterior, una señora que es pariente de Manolete. Visto lo visto, la elección de tal puesto municipal parece que no se hace por méritos, sino que debe tratarse de una designación realizada en las tertulias de la Peña taurina Calerito o del Infame Círculo Taurino de Córdoba, en la que habitan seres despreciables, algunos dicen ser veterinarios.
Rafael A. Luna Murillo
Veterinario
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