Mejora de los parámetros productivos en lechones y reproductoras, con alto rendimiento energético, mediante nuevas curvas e alimentación

INTRODUCCIÓN

La productividad de las cerdas reproductoras no ha parado de aumentar. Partiendo de la base que a más producción más necesidades en gestación y en lactación, a principios de este siglo se desarrollaron programas de alimentación basados en la evolución del espesor de tocino dorsal de la cerda tomando como valores de referencia el llegar al parto con un espesor de tocino dorsal a nivel del punto P2 de 20-24 mm y no perdiendo más de 3 mm durante la lactación (Close and Cole, 2000).

Este tipo de programas de alimentación fueron revolucionarios respecto de los que se venían aconsejando. Se pasaba de alimentar a las cerdas de un modo lineal en gestación a alimentarlas por fases. Se recomendaba alimentarlas según condición durante el primer mes, de modo que se primase su recuperación, y que como regla general, se buscase el haber recuperado la condición corporal para el final de este primer mes de gestación. Es decir, conseguir una condición corporal de “3”, o lo que sería lo mismo, una cobertura a nivel del punto P2 de 16-18 mm (Tokach, et al. 1996). Durante la parte central de la gestación, el objetivo sería mantener a la cerda, aportando las necesidades crecientes de la gestación que durante este período son pocas, asegurando un correcto desarrollo del tejido mamario, evitando su sobreengrasamiento. Una vez que el desarrollo del tejido mamario está completamente terminado, hacia los 90 días de gestación y coincidiendo con el incremento de sus necesidades nutricionales, ya que es cuando se produce el mayor crecimiento crecimiento fetal, se aconsejaba aumentar la alimentación. Este aumento se mantenía hasta un par de días antes del parto, de modo que el espesor de tocino debería haber aumentado entre 4 y 5 mm durante toda la gestación, alcanzando el objetivo de 20 mm de espesor de grasa al parto.

Durante la fase de lactación no habría que esperar pérdidas superiores a los 2-3 mm (Close and Cole, 2000), considerándose elevadas pérdidas de 4-5 mm de espesor en P2. Para ello se aconsejaban planes de alimentación graduales para conseguir unas buenas ingestas al final de la lactación, coincidiendo con el aumento de producción lechera de la cerda.

Con este tipo de programas las mejoras conseguidas fueron considerables, pero no suficientes. En muchas explotaciones, los problemas de elevada eliminación de cerdas, falta de ingesta en lactación, escasa producción lechera y, en consecuencia, menor calidad del lechón destetado seguían sin resolverse, a pesar de haber elevado los costes alimentarios de las cerdas.

Con la elevación, a partir del 2007, de los precios de las materias primas los productores intentaron ajustar sus costes de producción siendo mucho más estrictos con el uso del pienso en todas las fases, pero especialmente en la fase de gestación. Algunos de estos productores, concretamente aquellos que llevaban las restricciones más estrictas observaron mejoras en algunos de los problemas que quedaban sin resolver, especialmente en lo que a producción lechera e ingesta durante la fase de lactación se refiere. Estas observaciones llevaron a replantearse los programas que se venían utilizando. Proponiéndose curvas mucho más ajustadas y cerdas más delgadas. Estas nuevas curvas tienen entre sus objetivos:

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mejora de los parámetros productivos en lechones y reproductoras, con alto rendimiento energético, mediante nuevas curvas e alimentación