Opinión de Rafael A. Luna Murillo: Los veterinarios somos también personas

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Malos tiempos para la profesión que está siendo guiada hacia derivas insostenibles.

La gran mayoría de los profesionales veterinarios ejercen lo que se llama la el ejercicio libre que es la actividad profesional de carácter privado para lo cual es imprescindible la colegiación en el ICOV correspondiente.

La verdad es que estos veterinarios, entre los que me incluyo, tienen poco peso en las decisiones que les afectan en su quehacer diario. Por más que nos hagamos de asociaciones de veterinarios nunca cuentan con el beneplácito institucional a la hora de negociar alguna cosa o quejarse de alguna otra. La excepción es la patronal veterinaria que parece ser más escuchada en esferas que les corresponde, aunque la institución máxima de representación veterinaria tampoco le da crédito negociador y discute en asuntos de prescripción del medicamento y otros.

Pero, también vemos como estos veterinarios en ejercicio libre son capaces de organizarse para ofrecer dentro de sus centros cursos de aprendizaje no solo para veterinarios, sino para dar diplomas de ATV, Peluquería canina etc. En las que la institución colegial no tiene nada que decir.

A este tipo de veterinario no le corresponden subvenciones y se las apaña entregando su existencia laboral en forma de autónomo o sociedad o ejerciendo como contratado de alguno de los anteriores. Esto supone horarios de día, tarde, noche y festivos. Vacaciones las justas y cuando toque.

Luego están los veterinarios que ejercen como funcionarios que son aquellos que ejercen su actividad en alguna de las administraciones públicas tras haber ganado su plaza en unas oposiciones y luego están los funcionarios interinos. Pueden serlo por elección, nombramiento o selección. Están regulados en su trabajo por un régimen de derecho público y muchos de estos no están colegiados. Aunque una sentencia del TC dice que están obligados a colegiarse, su organismo público no le enmienda la plana y la OCV tampoco, ya que al estar fuera de su competencia no están ni sujetos a Códigos, Reglamentos o Estatutos de la misma. Son a los únicos que se le exige vocación al servicio público.

Estos funcionarios también se juntan en Asociaciones, las cuales si pueden ser subvencionadas y entregan su vida laboral en horario funcionarial. Tienen vacaciones pagadas y hagan lo que hagan siempre tienen un sueldo fijo. Además, si cumplen los requisitos pueden actuar también en el entorno privado como, por ejemplo, abriendo un centro veterinario y si lo desea puede ir las tardes y festivos a pasar consultas. Mucho mejor si contrata a un profesional veterinario de los que solicitan empleo bajo el paraguas del convenio de CEVE. También, pueden ejercer de preparadores de oposiciones a los distintos Cuerpos Oficiales Veterinarios porque ellos tienen esa experiencia, supongo dando de alta la actividad y pagando los impuestos correspondientes por la misma.

Estos veterinarios funcionarios son también los que forman parte de las Facultades de Veterinaria, al menos en las públicas porque desconozco en las Facultades de Veterinaria privadas como va el asunto de las cátedras. También se puede acceder al estrellato docente siendo profesor contratado o, en ocasiones, invitado. A ellos tampoco se les exige la colegiación obligatoria y si tienen mucho que decir como investigadores en la deriva de la profesión.

Otro sector de la veterinaria que no debemos olvidar son los veterinarios militares. Como es sabido los cuerpos del ejército están para proteger al país de invasiones de otros, ir a combatir por el resto en misiones de paz o ayudar en un servicio civil en desastres naturales. Un mundo aparte, con su propia justicia, su propia farmacia, medicina y veterinaria. Es un grupo que cobra poco y gasta mucho pero que le da sentido patriótico a todo lo que hace. No obstante, tampoco están obligados a la colegiación, pero la OCV si hace convenios con ellos para ayudarles en formación.

Muchas críticas al Estado por poner en marcha el proyecto VIOPET, de ayuda a mujeres maltratas, víctimas de violencia de género, pero también a las mascotas víctimas de violencia vicaria. Quizás se ha pedido a los veterinarios lo que no pueden dar que es la economía tan lamentable que sufren los dedicados al ejercicio libre como clínicos veterinarios y que las subidas de IVA y la pandemia de covid han destrozado. Quizás no haya que apelar a la profesión veterinaria como tal, sino a la persona veterinaria individual, aquella comprometida, sabedora y empática con este tipo de problemas.

Yo, me he adherido al proyecto VIOPET sabiendo, empatizando, comprometiéndome con la sociedad y eso que me dedico a la actividad privada.

Rafael A. Luna Murillo, veterinario col.140994

 

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