Pancreatitis en gatos

AXON COMUNICACION, Pancreatitis en gatos

 

Pancreatitis en gatos

Cynthia R. Distrito, VMD, PhD, DACVIM (SAIM), Universidad de Georgia

 

La pancreatitis en gatos carece de signos clínicos distintivos y criterios diagnósticos, lo que dificulta la diferenciación de otras enfermedades, y es causada por la inflamación del páncreas exocrino que resulta en la activación prematura de la tripsina en las células acinares pancreáticas1,2. La tripsina activa las proenzimas normalmente inactivas en los gránulos de zimógeno celular, lo que resulta en inflamación, aumento de la permeabilidad vascular, edema y necrosis. La inflamación puede ser grave y puede provocar síndrome de respuesta inflamatoria sistémica, disfunción de múltiples órganos y la muerte3,4.

La pancreatitis se clasifica comúnmente como aguda (basada en la infiltración de células inflamatorias neutrófilas) o crónica (basada en la fibrosis)1,2. El seguimiento de la progresión de la enfermedad clínica, incluida la revisión de los resultados de las pruebas diagnósticas, a menudo dicta la clasificación; rara vez se utilizan la histopatología Lo más probable es que haya un continuo de enfermedad, y los gatos pueden presentarse en cualquier etapa del espectro.

Se desconoce la incidencia porque la pancreatitis puede ser difícil de diagnosticar, especialmente en presencia de enfermedades simultáneas más fácilmente reconocibles. Un estudio examinó la histopatología en gatos presentados para la necropsia independientemente de la causa de muerte2; el 67 % de los gatos tenían algún grado de inflamación pancreática aguda, a pesar de que el 45 % de ellos eran clínicamente normales. Esta prevalencia es más alta que la que se ha encontrado en estudios anteriores, lo que sugiere que la pancreatitis a menudo puede pasar desapercibida.

La pancreatitis en gatos es parte de la triaditis, un complejo de enfermedades que también incluye la enfermedad inflamatoria intestinal y la colangitis/colangiohepatitis5. Debido a que los signos clínicos de estas enfermedades se superponen, la pancreatitis puede ser difícil de reconocer como una entidad de enfermedad separada.

Se ha notificado que la pancreatitis está asociada con lipidosis hepática6,7 y tiene una asociación compleja con la diabetes mellitus. Aunque no está claro si la enfermedad subyacente es diabetes mellitus o pancreatitis, están vinculadas, y la hiperglucemia causa infiltración de neutrófilos pancreáticos e inmunorreactividad sérica de la lipasa pancreática felina (fPLI).8-10

 

Historia y signos clínicos

La pancreatitis es difícil de diagnosticar en gatos porque los signos clínicos pueden ser vagos. A diferencia de la presentación en perros, los gatos rara vez exhiben dolor abdominal, tienen antecedentes de indiscreción dietética o ingieren comidas ricas en grasas. Los signos clínicos más comunes son la inapetencia, el letargo, la deshidratación y los vómitos1,3,11; también es posible que la ictericia y la pérdida de peso.

Los gatos pueden presentar signos clínicos (por ejemplo, diarrea por enfermedad inflamatoria intestinal, ictericia grave por colangitis/colangiohepatitis o lipidosis hepática) consistentes con enfermedades simultáneas que son más fáciles de diagnosticar que la pancreatitis. Los gatos con diabetes mellitus concurrente pueden tener poliuria, polidipsia o polifagia. Las personas con diabetes previamente controlada pueden desarrollar resistencia a la insulina o cetosis en respuesta a la pancreatitis emergente9.

 

Diagnóstico

Los signos clínicos inespecíficos y las comorbilidades asociadas con la pancreatitis en gatos requieren la evaluación de muchos factores (por ejemplo, signos clínicos, análisis de sangre de rutina, pruebas de páncreas sérico específicas, imágenes) para proporcionar el tratamiento más eficaz. Las anomalías comunes en los glóbulos blancos incluyen anemia (regenerativa o no regenerativa), linfopenia, neutrofilia y trombocitopenia. La elevación de ALP y ALT, hiperbilirrubinemia, hipopotasemia, hiperglucemia e hipocalcemia se pueden ver en el perfil químico sérico1,3,4,12. La hipocalcemia se asocia con una forma grave y necrotizante de pancreatitis que puede requerir un tratamiento agresivo13.

Se ha demostrado que las actividades de amilasa y lipasa séricas no son específicas para el daño pancreático y no proporcionan beneficios diagnósticos1; sin embargo, se cree que fPLI es específico del páncreas y se libera cuando se daña el tejido pancreático. La medición de fPLI es la prueba de laboratorio más útil para el diagnóstico ante mortem12,14-16 y está disponible comercialmente como un ensayo cuantitativo externo y como un ensayo semicuantitativo en la clínica que da un resultado normal o anormal. Existe una buena correlación entre los resultados de las pruebas, pero la sensibilidad y la especificidad son limitadas.12,14,15 El ensayo cuantitativo externo puede ser más sensible en los casos de pancreatitis aguda. La sensibilidad y especificidad del fPLI sérico son de ≈79,4 % y 79,7 %, respectivamente14.

La ecografía abdominal es cada vez más importante para diagnosticar la pancreatitis mediante la identificación del agrandamiento pancreático, los cambios en la ecogenicidad, el líquido libre que rodea el páncreas y la hipereconecogenicidad de la grasa peripancreática (figuras 1 y 2). Los resultados de un estudio demostraron una buena correlación con las elevaciones de fPLI16.

Ecografía abdominal de un gato con pancreatitis aguda y triaditis. La hipoeconogenicidad del páncreas (flecha discontinua), el mesenterio hiperecoico (esteatitis; punta de flecha) y los márgenes pancreáticos irregulares y lobulados (flecha).

FIGURA 1 Ecografía abdominal de un gato con pancreatitis aguda y triaditis. La hipoeconogenicidad del páncreas (flecha discontinua), el mesenterio hiperecoico (esteatitis; punta de flecha) y los márgenes pancreáticos irregulares y lobulados (flecha).

Ecografía del hígado y del conducto biliar común en un gato con pancreatitis aguda y triaditis. La hipoeconogenicidad del hígado y un conducto biliar común agrandado (As; 5 mm medido por Xs) con paredes engrosadas son visibles.

FIGURA 2 Ultrasonido del hígado y del conducto biliar común en un gato con pancreatitis aguda y triaditis. La hipoeconogenicidad del hígado y un conducto biliar común agrandado (As; 5 mm medido por Xs) con paredes engrosadas son visibles.

 

Tratamiento y gestión

No existe un tratamiento específico para la pancreatitis felina. El manejo exitoso se centra en la terapia de fluidos, el apoyo nutricional, el control del dolor y la corrección de anomalías clínicas simultáneas.

 

Hospitalización

Los pacientes con enfermedad aguda, incluidos aquellos con fiebre, taquipnea, taquicardia, síndrome inflamatorio sistémico o shock circulatorio, deben ser hospitalizados y tratados de forma agresiva.

Los líquidos cristaloides son un pilar del tratamiento, ya que proporcionan perfusión del páncreas inflamado, así como apoyo cardiovascular. Los objetivos del tratamiento deben incluir la sustitución del volumen de líquido circulante y el mantenimiento de la perfusión pancreática para prevenir la necrosis. Se pueden añadir coloides para proporcionar soporte oncótico, y se puede añadir plasma fresco congelado para reemplazar los factores de coagulación. La reanimación inicial puede implicar una combinación de fluidos cristaloides y coloides. Las anomalías electrolíticas (por ejemplo, hipopotasemia, hipocalcemia) deben anticiparse y tratarse cuando se identifiquen.

La analgesia es importante, pero el dolor puede ser difícil de identificar en los gatos. Los narcóticos, incluido el fentanilo parenteral y transdérmico (4 μg/kg/hora parche transdérmico [parche de 12 μg/hora o parche de 25 μg/hora en gatos más grandes] o 1-5 μg/kg/hora CRI; Anexo II), suelen ser los más eficaces. La buprenorfina (0,01-0,03 mg/kg bucal; Tabla III) se puede usar inicialmente mientras el fentanilo alcanza el efecto terapéutico, generalmente en un plazo de 12 a 24 horas.

Los vómitos deben controlarse para facilitar la comodidad del paciente y minimizar la pérdida de líquidos. A menudo se necesitan múltiples agentes antieméticos para controlar la emesis. Maropitant (1 mg/kg SC cada 24 horas o 2 mg/kg de PO cada 24 horas) tiene efectos antinociceptivos además de las propiedades antieméticas y se puede usar solo o con un antagonista de los receptores 5-HT3 (por ejemplo, ondansetrón, 0,5 mg/kg de dosis de carga IV, seguido de 0,5 mg/kg/hora CRI durante 6 horas o 0,5-1 mg/kg de PO cada 12-24 horas; dolasetrón, 1 mg/kg IV o PO cada 24 horas).

Debido a que la diabetes mellitus es una comorbilidad común, la glucosa debe vigilarse de cerca y mantenerse en un rango normal. Incluso la hiperglucemia leve debe corregirse con pequeñas cantidades de insulina (insulina regular, 0,1 U/kg de IM cada 6-8 horas) para ayudar a prevenir más daños al páncreas y la diabetes mellitus como secuela de la pancreatitis.

La prednisolona puede ser beneficiosa para el tratamiento y/o la prevención de la pancreatitis crónica debido a las actividades antiinflamatorias y antifibróticas. No se dispone de protocolos de tratamiento estándar; se han hecho recomendaciones para dosis antiinflamatorias (0,5-1 mg/kg de OP cada 24 horas) e inmunosupresoras (1-2 mg/kg de OP cada 12 horas)17. El desarrollo de diabetes mellitus es un posible efecto adverso; los gatos que reciben prednisolona deben someterse a evaluaciones frecuentes de glucosa sérica. El fPLI sérico se puede medir para detectar la resolución de la inflamación. La ciclosporina (5 mg/kg de PO cada 24 horas) se puede utilizar en gatos que no toleran la prednisolona.

Es crucial proporcionar una nutrición adecuada a tiempo, ya que la pancreatitis puede provocar lipidosis hepática. Los estimulantes del apetito (por ejemplo, mirtazapina, 1,88-3,75 mg por PO de gato cada 24 horas o 2 mg por gato transdérmico en el pabellón auricular cada 24 horas) son eficaces en gatos. También se puede utilizar ciproheptadina (1 mg por OP de gato cada 12 horas), un antagonista de los receptores H1 y 5HT de histamina, pero tiene una eficacia limitada.

En los gatos que permanecen anoréxicos, se pueden utilizar sondas de alimentación para ofrecer nutrición enteral. Los tubos nasoesofágicos se pueden colocar en gatos que pueden mantener una posición vertical. Los tubos de esofagostomía, que se pueden colocar tan pronto como se pueda anestesiar al gato, permiten la administración de una mayor variedad de alimentos y se pueden controlar en casa a largo plazo. La hidratación se puede mantener mediante la suplementación con agua a través del tubo.

 

Ambulatorio

Los gatos que son hemodinámicamente estables y que presentan con pérdida de peso crónica, vómitos ocasionales, hiporexia y letargo pueden ser tratados de forma ambulatoria. Se debe controlar la emesis y el dolor, y se debe proporcionar apoyo nutricional. La colocación temprana de las sondas de alimentación permite controlar la nutrición y la hidratación en casa. Los dueños de mascotas pueden administrar líquidos SC para controlar el estado de hidratación en gatos que no tienen sondas de alimentación. Se debe vigilar el apetito de los gatos para mantener una nutrición adecuada; se pueden utilizar estimulantes del apetito (por ejemplo, mirtazapina) según sea necesario.

 

Pronóstico y prevención

No se dispone de cifras pronósticas precisas porque la pancreatitis es difícil de diagnosticar y a menudo se confunde con otras enfermedades.

Se desconoce la etiología de la pancreatitis; por lo tanto, las estrategias de prevención son limitadas. La prednisolona puede tener alguna actividad preventiva, aunque su uso para este propósito es controvertido. La diabetes mellitus, la liposis hepática, la enfermedad inflamatoria intestinal y la colangitis/colangiohepatitis pueden contribuir a la pancreatitis y pueden afectar al control de la inflamación pancreática. Los gatos afectados deben ser monitorizados para detectar enfermedades simultáneas para prevenir la recurrencia de la pancreatitis.

A diferencia de los perros, la pancreatitis en los gatos no tiene relación con las dietas altas en grasas; por lo tanto, no es probable que una dieta baja en grasas prevenga la enfermedad. La modificación de la dieta para el tratamiento y/o la prevención puede incluir una nueva proteína o una dieta hipoalergénica para controlar la enfermedad inflamatoria intestinal.

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