Pandemia: un mes de confinamiento

Hoy he abierto la agenda de citas de la consulta y he visto anotada de mi puño y letra el día 14 de marzo “primer día del estado de alarma”. A partir de aquí la agenda está tan vacía como las calles de mi ciudad. A mi agenda también le ha llegado la crisis sanitaria del confinamiento y con ella la crisis social, económica, etc. Pobre agenda y pobre de mí ya ha pasado un mes y lo que me queda…

Estos días abrumado en casa escuchando noticias en televisión, en prensa digital y en redes no dejo de asombrarme de la capacidad de escritura de los medios. Son capaces de escribir páginas y páginas sobre el coronavirus dejando para el olvido las otras cuestiones que antes eran el día a día de nuestras vidas, muchas de ellas aún siguen ahí sin que nadie les preste una mínima atención.

Todo el mundo ahora echa las culpas al gobierno por lo que tuvo que hacer y no hizo o lo hizo tarde. Más si es de la oposición política o ideológica y mucho más si eres de la caverna que desea por cualquier medio llenar de basura nuestra frágil convivencia. Han salido expertos como si fueran “gremlins” tras caerle agua: epidemiólogos, microbiólogos, sanitarios y, como no en mi profesión también salen a relucir opiniones de toda índole.

A algunos habrá que recordarle que la pandemia también la vieron como algo lejano. Los más expertos ya conocían la que organizó el SARS y el MERS, pero en sus puestos de responsabilidad se limitaron a verlas venir sin decir nada y sin actuar que es lo peor. Siguieron ofreciendo cursos, congresos y asambleas y además dejaban su ilustre conocimiento del tema diciendo que la gripe o el sida son mucho peores pero que ahora la moda era el coronavirus.

Cuando la cosa estaba fuera de control entonces vinieron los cierres, las suspensiones o los atrasos en los congresos, cursos y asambleas. Ya estaban dentro del sistema de control, al menos de índole autonómico o local puesto que son personas de reconocido prestigio en este campo de la sanidad. Vinieron las recomendaciones sobre todo a los centros veterinarios y las peticiones de material y voluntarios en los que ni tan siquiera se les dice cuál es la misión a encomendar. Es un acto de fe creer en que van a solicitar tu ayuda, pero el que queda bien es el que organiza. Tanto material hemos dado que algunos han tenido que cerrar porque ahora se encuentran sin EPI y sin instrumentos para seguir trabajando con animales.

Los veterinarios clínicos vemos al paciente y como tal nuestra forma de trabajar es poniendo nuestros conocimientos sobre el individuo salvando la vida del mismo. Sin embargo, en los veterinarios de explotación lo que prima es la explotación en sí por lo que ante un problema de salud las medidas pueden ser más drásticas como el sacrificio de todo el colectivo por la aparición de un solo caso. Y los veterinarios de salud su misión es decomisar las reses muertas o los productos de consumo que no son aptos. Los investigadores están también fuera del ámbito de lo individual puesto que para sus investigaciones no cejan en provocar el sacrificio de cientos de animales de experimentación. No me valen como modelo para salvar vidas humanas. Una vida humana tan próxima a mi o tan lejana pero una vida humana, al fin y al cabo.

Esto es lo importante las vidas humanas y de nada me sirve tener un veterinario dedicado al mundo cinegético o un catedrático de sanidad animal al frente de un comité de expertos. Ya me explicarán que hayan tirado cohetes al decir que en las Islas Feroe gracias a que un veterinario ha estado al frente de la pandemia no ha habido muertos y que en Alemania por lo mismo el número de muertos es menor. Me avergüenza en grado sumo esta explicación soberbia.

Gran esfuerzo hecho por los veterinarios, los clínicos colegiados que perdiendo muchos de ellos economía y clientes han donado todo, pero su sacrificio no ha valido para que sus ICOV estén a la altura y, por ejemplo, ofrezcan formación on line gratuita o la suspensión de las cuotas ya que todos tienen superávit y son sostenidos por las compras de material que realizamos los clínicos.

Espero y deseo que todos salgamos de esta. Dicen que seremos más fuertes, pero todavía recuerdo la manifestación veterinaria del 17-N en la que no hubo consenso ni apoyos.

Rafael A. Luna Murillo, veterinario