¿Puedo sacar a mi gato a pasear por la calle?

 

¿Es buena idea salir a pasear con tu gato por la calle? Depende. Los gatos son una especie territorial, muy apegada a su zona segura, de la que dependen para vivir felices. Un comportamiento heredado de su antecesor salvaje, un cazador solitario llamado Felis silvestris lybica, que aún vive en el norte de África. Y los cerca de 10.000 años que han pasado desde que el primer gato nos acercó sus adorables bigotes no han logrado borrarlo.

Además, a tu gato le gusta la rutina; de hecho, la necesita. Por lo que la idea de sacar a un felino a pasear a diferentes territorios, en horarios distintos y por un entorno impredecible suena contrario a su naturaleza felina, a lo que sabemos de los gatos, y a lo que él o ella entiende como bienestar.

Y no: tu gato no es un perro. Ni en su aspecto físico, ni en sus prioridades o en su forma del ver el mundo. Por eso, debemos plantearnos si imponer a un gato adoptar un papel similar al de un perro, como salir de paseo atado a un arnés y una correa, puede incluso resultar dañino para nuestro amigo de ronroneos.

Dicho esto, cada gato tiene una edad distinta, sus propios intereses, su personalidad y un pasado: es decir, un aprendizaje de cómo es el mundo, y qué resulta seguro o no. Y todo esto influye en el deseo de tu gato de querer salir al exterior, sea la calle o a un espacio natural (mejor). O de todo lo contrario; y que prefiera quedarse en casa.

¿Tu gato, de verdad, quiere salir a pasear?

Los gatos necesitan sentir que tienen el control sobre su entorno en todo momento. De hecho, sabemos que, en muchos sentidos, los gatos se domesticaron a sí mismos; a diferencia de los perros, a los que los seres humanos han seleccionado durante miles de años para desempeñar una función concreta: desde el pastoreo hasta la compañía.

Por eso, poner un arnés y una correa puede resultar un desafío y una experiencia poco placentera para un gato que no quiere. O, para un felino que, sencillamente, no ha aprendido a disfrutar de esta experiencia cuando era un cachorro.

Algunos gatos parecen más predispuestos a vestirse un arnés; sobre todo si han aprendido (han sido socializados y habituados de cachorros), y son capaces de enfrentarse a los cambios en su entorno o al encuentro con extraños.

Cuando son muy pequeños, entre las dos y nueve semanas de vida, es más fácil que un gato aprenda a no tener miedo a las personas desconocidas o a las nuevas experiencias. A partir de esa edad, los gatos siguen aprendiendo (¡claro que aprenden!), pero es más complicado y, también, mucho más lento.

Y seguramente tenga más sentido salir a una zona verde (un parque tranquilo muy cercano a casa, y sin afluencia de perros; o, si tienes, tu propio jardín), que obligar al gato a caminar por la calle, entre los coches y la gente.

Ahora bien: si tu gato no lo disfruta, o no ha aprendido a hacerlo, seguramente sea más recomendable dejar que se quede tranquilo en casa; y esforzarte por hacer su entorno más estimulante (en todo esto, un experto en comportamiento felino acreditado te resultará de gran ayuda).

¿Por qué poner un arnés al gato?

En otras palabras: sacar al gato a pasear con arnés y correa puede ofrecer a un felino casero, que, por ejemplo, viva en un piso, la posibilidad de disfrutar de algunos de los placeres que ofrece el exterior, como el aire fresco, olores nuevos y tomar el sol, de un modo seguro.

El objetivo de entrenar a un gato a pasear con arnés es proporcionarle tiempo al aire libre, allí donde no puede caminar solo de forma segura; y obtener algunos de los beneficios de estar fuera, como tomar el sol, tumbarse en la hierba, olfatear todos esos nuevos olores además, de un poco de ejercicio físico. Pero, para ello, el gato tiene que disfrutarlo.

Señales de estrés

Con todo esto en mente, el arnés puede resultar una experiencia positiva para gatos de todas las edades, incluso para algunos felinos mayores que nunca antes hayan caminado con arnés. Pero también significa que sus humanos deben estar atentos a la aparición de cualquier señal de estrés en sus felinos.

Y, los gatos, a veces resultan complicados de leer para quien no tiene experiencia. Algunos gatos con ansiedad se quedarán quietos (casi congelados) o se esconderán. Otros, por el contrario, lo mostrarán por el extremo opuesto, y estarán hiperactivos (sobreexcitación). Si no sabemos leer estas señales, o las leemos de forma errónea, podemos hacer daño a nuestro gato.

Cómo poner el arnés al gato

Si te decides a intentarlo, utiliza siempre un arnés: con un collar, los tirones del cuello pueden hacer daño a tu felino. Y empieza despacio. Deja el arnés en el suelo, para que tu gato pueda olisquearlo, y pon premios cerca.

Coloca el arnés sobre el cuerpo de tu amigo, para que pueda acostumbrarse al peso. Tu gato asociará, al principio, el arnés con el hecho de sentirse agarrado. Quítaselo, y dale algunos premios más para desensibilizarle del peso del arnés (y que lo vea de un modo menos negativo). Y practica dentro de casa antes de salir.

El entrenamiento para enseñar a un gato a caminar con arnés puede fallar; y necesita tiempo, además de persistencia. Si te lo propones en serio, un consultor en comportamiento felino acreditado te puede ayudar mucho en este entrenamiento. Y si tu felino nunca se adapta, no te preocupes: solo está siendo un gato.

 

Fuente eldiario.es