¿Qué es el EBITDA de una empresa y cómo se calcula?

El EBITDA es uno de los indicadores financieros más conocidos, e imprescindible en cualquier análisis fundamental de una empresa. Sus siglas representan, en inglés, las ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización (Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation, and Amortization), o lo que es lo mismo, representa el beneficio bruto de explotación calculado antes de la deducibilidad de los gastos financieros.

El EBITDA, aunque no forma parte del estado de resultados de una compañía, está muy relacionado con él. Constituye un indicador aproximado de la capacidad de una empresa para generar beneficios considerando únicamente su actividad productiva, eliminando de esta manera, la subjetividad de las dotaciones, el efecto del endeudamiento o la variabilidad o arbitrio del legislador de turno en materia impositiva.

El EBITDA es el beneficio de una empresa obtenido antes de restar los gastos financieros, respondiendo las siglas al inglés Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation and Amortization.  ¿Y cuáles son esos gastos financieros que no se deducen para su cálculo? Pues tres:

  • Amortizaciones y depreciaciones
  • Intereses de deuda
  • Impuestos

Ejemplo; Imagínate el día de tu boda. Todos los invitados te han hecho un regalo y tienes un montonazo de dinero, – somos ricos, cariño -, podrías decirle a tu pareja, pero la realidad es muy diferente. Ese dinero no es tu beneficio, de ahí tienes que restar todos los gastos hasta que, al final, con todo pagado, te queda un poquito para irte de vacaciones.

 

Cómo se calcula y diferencias entre EBIT y EBITDA

EBIT= Ventas – Costes – Gastos de operación

Para calcular el EBITDA debemos sumar al EBIT los gastos y provisiones de la empresa correspondientes a depreciaciones y amortizaciones. La fórmula quedaría así:

EBITDA= EBIT + gastos de depreciación + gastos de amortización

Lo que nos queda es el resultado puro de la empresa, una cifra que indica su fuerza productiva pero que, ojo, no tiene en cuenta los gastos financieros que implica esa capacidad de generar ingresos. Por tanto, el EBITDA, por si solo, no dice nada de la verdadera situación financiera de la empresa.

 

¿Para qué sirve el EBITDA?

La primera pregunta que surge una vez entendido qué es, siempre es la misma, ¿para qué se utiliza en EBITDA? Aquí tienes algunas ideas:

  • Excluye la aleatoriedad en la dotación de provisiones: los criterios pueden ser diferentes en cada compañía, lo que vicia la comparación entre ellas.
  • Anular el impacto de los impuestos en los resultados: en diferentes países o sectores las cargas impositivas son distintas.

En resumen, el EBITDA permite analizar objetivamente la capacidad productiva de una empresa y comparar compañías que operan bajo diferentes circunstancias y entornos. Salvando las distancias, es una oportunidad para comparar peras con manzanas. ¿Empiezas ya a verle la utilidad?

 

¿Cómo se interpreta?

El hecho más importante que debes tener en cuenta a la hora de valorar si un EBITDA es positivo o negativo, en términos de calidad, no numéricos, es que no considera los intereses de la deuda.

Esto significa que si una empresa contrae un pasivo enorme para financiar su crecimiento, venderá más y el EBITDA será muy elevado; sin embargo, eso no tiene por qué traducirse en un resultado final positivo. Esto hace que el EBITDA no refleje la realidad financiera de una empresa, por lo que lo frecuente es utilizarlo en comparación con otros indicadores.

La importancia del EBITDA radica en la sencillez de su cálculo, aunque conviene hacer varias aclaraciones que pueden llevar a una mala interpretación del mismo:

  • El objetivo del EBITDA no es el de medir la liquidez generada por la empresa, ya que aunque este indicador deduce de su cálculo las provisiones y amortizaciones, no incluye otras salidas de tesorería como los pagos financieros tanto por intereses como por la devolución del principal de los préstamos o las ventas y compras que aún no se han hecho efectivas.
  • Al eliminar las amortizaciones productivas no tiene en cuenta las inversiones productivas realizadas ni en el pasado ni en el período actual.
  • Al no considerar el endeudamiento de la empresa, es posible un elevado EBITDA sea consecuencia de un elevado grado de apalancamiento, por lo que la capacidad real de obtener beneficio puede verse reducida de forma considerable.

Por tanto, un EBITDA elevado no es necesariamente sinónimo de una buena gestión empresarial, sino de un elevado endeudamiento o de otros factores que condicionan este cálculo. Cabe considerar otros aspectos de forma conjunta en el análisis de una empresa. Por esta razón, es habitual utilizarlo en relación o cociente a otros parámetros como la inversión realizada, las ventas efectuadas o el endeudamiento contraído en un período de tiempo determinado.