Rafael A. Luna Murillo: La madre de todas las ciencias: la veterinaria

La OCV ha hablado, como un sanedrín, sobre el proyecto de Ley de Bienestar y protección animal. Para ello ha llevado varias estrategias diferentes como la estar en misa y repicando. No solo se ha quejado de la Ley sino que se ha dirigido a la audiencia televisiva y, también, en una carta de su presidente que dicen habérsela enviado a los diputados cuando en el membrete va dirigida a la Ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030.

Es curioso, a la televisión han enviado a la vocal de pequeños animales que también actuó como compareciente en el Parlamento para dar su opinión sobre la Ley, la opinión de la OCV. En un programa dirigido por Iker Jiménez, personaje que cree en fantasmas, ovnis, sucesos paranormales y acientíficos, la representante de la OCV llega a decir que “la Ley huye del término bienestar animal, que surge de la ciencia y que está absolutamente reglado y asegura que un animal viva bien”. Luego dice la portavoz que “la nueva normativa está basada en conceptos abstractos, lo que evitará su aplicación real y no permitirá proteger a los animales como es debido”. Esto es una contradicción, ya que el término tratar a un animal como es debido es como decir tratar a un animal como Dios manda, lo que es un concepto no solo abstracto sino subjetivo, falto de toda condición científica que es a lo que se acoge una y otra vez la OCV para rechazarla sistemáticamente.

Sin embargo, el presidente de la OCV, no va a televisión sino o que dirige una carta haciendo valer los 35.000 veterinarios colegiados que forman parte de la institución pero que, realmente no tienen voz ni voto, ya que las decisiones son tomadas por una Junta permanente, con un presidente, un vicepresidente, un secretario general y 8 consejeros. No es cierto, por tanto, que representen todas las opiniones de todos los colegiados. En dicha misiva empieza diciendo que la Ley es necesaria:

“Necesaria además para todos los animales a los que afecta, sin excepción, independientemente de que se dediquen a la compañía, a la asistencia, al deporte, al pastoreo, a la protección de las personas o a la caza. Para las veterinarias y los veterinarios, todos los animales son iguales.” No podemos estar más de acuerdo , pero luego se desdice cuando dice que se aleja del medio rural, cazadores, ganaderos, etc., a los cuales se les ha permitido dar su opinión en las comparecencias , inclusive han sido veterinarios quienes las han defendido en contra de los criterios de la OCV .Pero recuerde que esta ley no habla de eso y excluye la caza, los animales de producción, los toros , en muchos aspectos provocan maltrato , sufrimiento animal pero que es defendido desde la OCV siendo inaudito que una profesión consienta esos abusos.

Pero son actividades legales a las que la ley no entra, pero ustedes dale que dale con los bulos que han promulgado hasta la saciedad desde estos sectores a los que le deben tanto los veterinarios. No vemos las cosas con objetividad, el bienestar animal, sino con intencionalidad dando siempre excepciones a las leyes que los protegen del maltrato.

La OCV no es la veterinaria, no es la ciencia, es un grupo de personas que imponen sus ideas políticas, sociales, económicas a 35.000 almas con la amenaza de expedientarlos si están en contra. El Bienestar animal no tiene una definición concreta, pero la OIE lo define como el estado físico y mental de un animal en relación a las condiciones en las que vive y muere. Por tanto, no es solo si los animales están bien o mal sino si se encuentran bien o mal también, lo que la representante de la OCV ha obviado en sus manifestaciones televisivas. Además tiene implicaciones no solo científicas, sino éticas, sociales, económicas, culturales, religiosas y políticas de las que ustedes no quieren oír.

Rafael A. Luna Murillo, colegiado 140994

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