San Antón de la pandemia, ruega por nosotros

Rafael A. Luna Murillo 

Otro año más, y van para 31, que celebro el día del conocido eremita egipcio que puso las bases de la vida monacal, que se le atribuyen hechos con animales que, luego, le fueron fieles hasta la muerte y que abreviado le denominamos San Antón. Vivió en el s.III después de Cristo y se le conoce también como Antonio Abad o Antonio Magno y el relato de su vida fue recogido por Atanasio de Alejandría que es santo para toda la Iglesia ya sea copta, ortodoxa, católica, luterana y anglicana.

¡Qué año si lo viera el eremita! Siendo veterinario siempre tuve dudas de quien se merecía más el cargo de patrón de la profesión, si el eremita que se enclaustró y que también es patrón de los sepultureros o, Francisco de Asís mucho más sociable, erudito, viajero y belenista primero. Con el tiempo he creído que nos beneficia más ser científicos que ascetas y he proferido quejas sobre si lo que a la profesión veterinaria del s.XXI nos conviene es un personaje de la talla de Charles Darwin o Jane Goodall como guía espiritual.

Este año la profesión veterinaria se ha desgañitado pidiendo ser asesores de covid-19 algunos, incluso, ya consiguiéndolo se ufanan de que la gripe y el SIDA son mucho peor pero que la moda es el coronavirus. No ha servido para mucho puesto que se ha predicado en el desierto y se ha mantenido una postura más política que científica, arremetiendo contra el Gobierno en muchos casos que para mí ha sido un error que nos va a costar, por ejemplo, obtener las rebajas de IVA y otras demandas que han sido reflejadas en la manifestación veterinaria del pasado 17 de noviembre de 2019.

Pasadas la primera y segunda olas, con muchos errores por parte de todas las administraciones que han preferido salvar fiestas a personas, llega la tan ansiada vacuna y una tercera ola que ha supuesto el triple de casos que en la primera. Se ha permitido y se permite que los prebostes digan que el confinamiento no funciona, cuando es una medida veterinaria que siempre se aplica como primera opción en las explotaciones ganaderas junto al sacrificio de miles de animales. Ahora tenemos ejemplos muy válidos de ello como la gripe aviar y la peste porcina.

Salen, de nuevo los comentarios por parte de los dirigentes de la profesión, diciendo que llevamos en el ADN lo de vacunar y que lo hacemos más rápido que nadie. Pero las ideas no se convierten en hechos cuando se quiere que esta rapidez se haga a base de voluntarios jubilados mientras, las profesiones sanitarias hermanas como dentistas, farmacéuticos, etc. se ponen el chip de empresario y se disponen a hacer los test de control de la enfermedad y ¿creen ustedes que no van a cobrar por ello?

Pero volvamos a Antonio Abad que lo he dejado con la jabalina a la que le curó los ojos un poquito asombrado de que siga existiendo crueldad hacia los animales, que es maltrato y violencia contra los más débiles y que la discusión de los veterinarios sea que al no existir leyes al respecto no se pueden aplicar las normas de bienestar animal. Se le da a unos seres vivos una bendición en las Iglesias cristianas, admitiendo que tienen alma para recibirla,  pero se les niega el derecho a ser mejor tratados, a tener derechos que impidan el abuso y la crueldad a la que se someten muchos de ellos, simplemente por diversión, ocio o tradición cultural.

Rafael A. Luna Murillo, veterinario, master en etología