Tonto el último: crónica de la desescalada fase 1

Por fin empezamos a ver la luz al final del túnel. El gobierno de la nación, tras los informes técnicos oportunos de la evolución epidemiológica del covid-19, ha resuelto empezar a soltar al rebaño hundido como estaba en la desesperación por el confinamiento y por tener que acudir todos los días a las 8 de la tarde a las balconadas a aplaudir. De esto último ya se ven poquísimos y es que la memoria ya nos va perjudicando y preferimos salir a esas horas a pasear que esperar unos minutos y seguir con el espontáneo agradecimiento a quienes salvaron vidas como pudieron.

La profesión que ha estado a pie del cañón desde el primer momento como si fuera “Agustina de Aragón” ha conseguido que algunos de sus eminentes expertos pasen a formar parte del grupo de expertos contra la pandemia y la desescalada, lo que es loable y de agradecer, aunque solo sea porque ha influido más la política y el colegueo que la verdadera razón de nuestra existencia profesional.

Otros, ya desesperados por ver que no le ha tocado la china se han vuelto en contra de la tiranía de los medios o ponen en fila de nuestras indignaciones a los que han hecho broma de la actuación de un veterinario; que todo sea dicho no deja de ser una broma y no hay nada mejor que reírse de uno mismo y de lo que hace de vez en cuando lo que denota inteligencia.

El remate lo ponen los medios digitales del sector veterinario que sacan a relucir que en otros países se ha salvado a los veterinarios en un titular más que capcioso que, luego en el desarrollo del mismo se guardan a decir que es en lo económico. Yo creía que los veterinarios en esta pandemia nos hemos salvado la vida y que hemos salvado la vida de otros semejantes, aunque nuestros negocios hayan estado escacharrados un tiempo. Que nuestro papel principal era atendiendo a la sociedad para que pudiera comer todos los días y que las explotaciones ganaderas estuvieran sus dueños a salvo para seguir dando la materia prima tan necesaria, o que las mascotas pudieran ser atendidas en su bienestar y no ser como siempre los seres olvidados del planeta, aunque esto le haya fastidiado a más de uno la afición de la caza y los toros.

Debo estar equivocado y el medio tener razón porque procede del país más desarrollado económicamente de nuestro entorno más próximo. Muchos, de nuevo, reivindicaran ese papel y que lo importante es el negocio. La patronal veterinaria ya se ha puesto las pilas y ha empezado a poner a sus socios a la altura de los dueños de Leman&Brothers.

Pero las pruebas son las pruebas y no hay más que pedir cuántos de nosotros hemos sido afectados por el covid-19 y me refiero no al tema económico sino al tema de salud. Los asesores de algunas Comunidades autónomas tienen esos datos y sería de agradecer epidemiológicamente ver cómo ha resultado la pandemia para la salud de los nuestros.

Ahora, todo es una nueva aventura. Lo que alguien denomina la nueva normalidad. Por si acaso sigamos ese refrán tan castizo acuñado en la más tierna infancia cuando podíamos salir a la calle a jugar con los amigos y símbolo de la más reñida competencia.

Rafael A. Luna Murillo veterinario