¿Veterinarios de primera y de segunda clase?

Soy una persona comprometida con mi profesión en dos aspectos principalmente. Primero con la Sociedad Humana a la que por mi formación académica (Licenciado en Veterinaria especialidad Medicina y Sanidad) y mis 30 años de colegiación ininterrumpida en las que he podido ejercer como veterinario inspector en el Servicio Andaluz de Salud y posteriormente como Veterinario Clínico, he prevenido y salvado de los contagios de enfermedad que tanto los animales como los productos que consumimos pudieran haber ocurrido sin mi intervención. Segundo y no menos importante con la Sociedad Animal con mis estudios académicos de posgrado como pueden ser el de Especialista en Diagnóstico Parasitológico o el Máster de Etología con la intención de procurar el bienestar necesario a mis pacientes que, en el caso, de los animales de compañía van de la mano del bienestar del propietario y del mismo veterinario que los atiende.

Soy una persona comprometida con la profesión veterinaria, pero a la vez crítica porque es el único camino para seguir avanzando. Allí donde me han pedido un artículo de opinión lo he dado sin esperar nada a cambio. En otras ocasiones no me lo ha pedido nadie y ha salido de mi iniciativa porque la conciencia me ha obligado a hacerlo. Esto,como bien saben los más allegados, me ha costado disgustos que como espada de Damocles me mantiene desde hace unos años en un rifirrafe con quienes han tenido por verdad lo que es una falsedad sin pruebas inculpatorias.

Pero molestias aparte sigo siendo un veterinario preocupado por la profesión y por lo que, entre nosotros, no sabemos resolver o se quiere resolver echando la culpa al más pintado. Echar la culpa a los demás es de lo más fácil. Y muchas veces no es más que una forma de no reconocer nuestros propios errores, de no ejercer nuestra responsabilidad.

Y digo esto a colación de haber leído en la revista de la Asociación de Cuerpo Nacional Veterinario (ahí es nada) “Veterinarios nº22 diciembre de 2019” un artículo llamado “La protección contra la rabia no depende sólo del control en frontera” en el que el Jefe de la Dependencia de Agricultura y Pesca en Cádiz. Subdelegación del Gobierno en Cádiz dice nada más comenzar el mismo: “La falta de formación e información del veterinario clínico…”. Bueno, como comprenderéis me he sentido fatal ante tal aseveración. No sé si se dice porque nuestra labor, al menos en Andalucía, de vacunación antirrábica está más que legislada y creo que de las más completas de todo el elenco autonómico del Estado español, abarcando la obligatoriedad a perros, gatos y hurones. Además, nuestros ICOV nos forman adecuadamente como así establecen los Estatutos Colegiales y recurrimos a ellos ante las dudas, incluso disponemos de un Consejo Andaluz de Colegios Veterinarios que,como órgano superior, se dedica a instruirnos con cursos, seminarios y charlas sobre estos aspectos a los clínicos. Así que en otras Comunidades Autónomas que ni tan siquiera es obligatoria la vacunación antirrábica no sé cómo puede caerles el comentario tan desafortunado del autor. Quizás y es mi opinión, cree que los veterinarios clínicos somos de segunda y que necesitamos “un hervor” frente a los funcionarios de escala superior que han tenido que superar uno de los exámenes más completos y difíciles de toda la Galaxia para hacerse veterinario de primera o del CNV.

Os dejo el enlace https://www.acnv.es/revista-veterinarios/

Espero que nadie utilice mi opinión para denunciarme.

Rafael A. Luna Murillo, veterinario