Las emisiones en el sector de la producción ganadera han disminuido en las dos últimas décadas

La cría de ganado para alimentar a la población mundial con productos animales contribuye en gran medida al calentamiento global. Sin embargo, un nuevo estudio muestra que la intensidad de las emisiones por unidad de proteína animal producida en el sector ha disminuido en todo el mundo durante las dos últimas décadas debido a la mayor eficiencia de la producción, lo que plantea interrogantes sobre la medida en que cambiarán las emisiones de metano en el futuro y sobre cómo podemos gestionar mejor sus efectos negativos.

A pesar de lo que se sabe sobre el coste medioambiental de la producción ganadera, el apetito mundial por productos animales como la carne, los huevos y los lácteos sigue creciendo. De hecho, el sector ganadero es la mayor fuente de emisiones de metano de origen humano a nivel mundial, y se prevé que estas emisiones sigan aumentando junto con la creciente demanda de productos ganaderos.

Esto es una mala noticia para el planeta, ya que el metano -el segundo gas de efecto invernadero de origen humano más abundante después del dióxido de carbono (CO2)- tiene un efecto de calentamiento 28 veces mayor por kilogramo que el del CO2 en un periodo de 100 años.

Tras la reciente revisión de los factores de emisión y la metodología del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) para las emisiones de metano del ganado, un equipo internacional de investigadores dirigido por el investigador invitado del Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA), Jinfeng Chang, se propuso reevaluar las emisiones mundiales de metano del ganado en las dos últimas décadas y proyectar las emisiones hasta 2050.

Su estudio, que acaba de publicarse en la revista ‘AGU Advances’, es el primero que aplica globalmente las directrices revisadas del IPCC y evalúa las diferencias resultantes en las proyecciones futuras de las emisiones de metano.

La investigación del estudio abarcaba tres cuestiones: en primer lugar, el equipo quería determinar los rangos de las estimaciones de las emisiones de metano del ganado y las intensidades de las emisiones utilizando los diferentes niveles metodológicos y las versiones de las directrices del IPCC (la versión de 2006 y el perfeccionamiento más reciente de 2019).

En segundo lugar, querían averiguar cómo ha cambiado la intensidad de las emisiones de metano del ganado en las últimas décadas, y cómo difieren estos cambios entre países/regiones. Por último, los investigadores estudiaron en qué medida cambiarán las emisiones de metano del sector ganadero en el futuro, qué potencial de mitigación existe y qué forma debería adoptar, así como dónde podrían ser más eficaces esas medidas de mitigación.

Si bien las emisiones totales del sector siguen aumentando, los resultados indican que la intensidad de las emisiones disminuyó en general para la mayoría de las categorías de ganado a nivel mundial entre 2000 y 2018 por kilogramo de proteína (en productos que incluyen leche y carne de ganado vacuno, búfalos, cabras y ovejas; carne de cerdos; y carne y huevos de aves de corral).

Un análisis regional proporcionó una imagen más matizada, y mostró que si bien las intensidades pueden estar disminuyendo en general, las diferencias regionales se mantienen. Estas variaciones en la intensidad pueden atribuirse principalmente a las diferencias en la productividad, que a su vez pueden explicarse por los cambios en la dieta y/o la intensidad del pastoreo, con una dieta menos nutritiva/digestible (por ejemplo, baja en proteínas y alta en fibra) y/o un pastoreo más extensivo (para los rumiantes específicamente) que conduce a mayores emisiones.

En el caso de los cerdos y las aves de corral, la gestión del estiércol representó la mayor parte de las emisiones de metano. Las diferencias regionales en la intensidad de las emisiones también se vieron influidas por el clima (un clima más cálido aumenta las emisiones) y el sistema de gestión del estiércol empleado.

Según los investigadores, una tendencia general continuada a la baja de las emisiones de metano del sector ganadero podría ofrecer un gran potencial de mitigación de las emisiones ganaderas.

“La continuación de los anteriores descensos en la intensidad de las emisiones ofrece un gran potencial para mitigar las emisiones ganaderas, especialmente en una serie de países en desarrollo de África, Asia y Sudamérica. Los esfuerzos en el lado de la demanda para promover dietas equilibradas, saludables y ambientalmente sostenibles en la mayoría de los países pueden mitigar las futuras emisiones de metano del ganado, pero no serán suficientes para la mitigación de las emisiones de metano del ganado sin esfuerzos paralelos para mejorar la eficiencia de la producción y disminuir la intensidad de las emisiones por unidad de proteína producida”, explica Chang.

Según añade, los esfuerzos para disminuir la intensidad de las emisiones deben ser prioritarios en los países en desarrollo con mayor potencial de mitigación, ya que la mejora de la eficiencia de la producción tiene un efecto mitigador mucho mayor que los esfuerzos del lado de la demanda. En este sentido, China, India y Sudáfrica aparecen como los tres países con mayor potencial de mitigación.

“Según nuestras proyecciones hasta 2050, se prevé que las dietas sostenibles den lugar a 190-206 teragramos (Tg) menos de emisiones de metano en total (agregadas de 2012 a 2050) en comparación con un escenario de continuidad, lo que supone una mitigación del 3-4% de las emisiones acumuladas de 2012 a 2050. Por otro lado, la mejora de la eficiencia puede suponer entre 821 y 1.077 Tg menos de emisiones de metano en total que el escenario habitual con una intensidad constante -un potencial de mitigación cuatro veces mayor-, lo que supone una mitigación de las emisiones totales del 15 al 16%”, añade Chang.

Sin embargo, los investigadores subrayan que sus resultados no implican que respalden el sistema de ganadería industrial para la mitigación del metano, ya que causa muchos otros problemas ambientales como la contaminación por la gestión fallida del estiércol y el cambio de uso de la tierra para el cultivo de cereales y forraje de alta calidad.

Señalan que hay muchas otras formas más sostenibles de mejorar la eficiencia y que las mejoras en la eficiencia de la producción ganadera deben tener lugar en consonancia con las circunstancias naturales de las respectivas regiones. Por ejemplo, en las regiones semiáridas en las que el aumento de la producción de cultivos para alimentar al ganado es imposible debido a las limitaciones de agua, como en Asia Central, debería priorizarse la mejora de la gestión del pastoreo para aumentar la productividad como solución sostenible, en lugar de pasar de sistemas bajos a sistemas industrializados.

“Una estrategia óptima debería tener siempre en cuenta otros objetivos de sostenibilidad relevantes como la biodiversidad, la contaminación del agua por la escorrentía de nutrientes y las posibles implicaciones para los medios de vida y la resiliencia a los impactos del cambio climático”, concluye Chang.